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Bernardino de Mendoza

Biografía

Mendoza, Bernardino de. Granada, 1501 – San Quintín (Francia), 8.IX.1557. Marino, militar, capitán general, consejero de Estado, contador mayor de Hacienda, comendador de orden militar.

Nació en el seno de una familia perteneciente a la alta nobleza. Fue el cuarto hijo varón de Íñigo López de Mendoza, II conde de Tendilla y I marqués de Mondéjar, y de Francisca Pacheco, hija, a su vez, de Juan Pacheco, I duque de Escalona y marqués de Villena. La de los Mendoza era una de las principales casas nobiliarias de Castilla, que había consolidado su posición gracias a los Trastámara, sin dejar por ello de participar en las luchas sucesorias del siglo xv. Destacaron también los Mendoza por su protección a las letras, contando entre sus miembros con ilustres escritores, como el marqués de Santillana, antepasado de Bernardino, o su hermano pequeño Diego Hurtado de Mendoza.

El I marqués de Mondéjar siguió con éxito la tradición familiar. Fue capaz de igualar el prestigio y el poder del duque del Infantado, casa principal del linaje de los Mendoza. Destacó en la Guerra de Granada y, al final de la conquista, también gracias a la influencia de su tío el cardenal Mendoza, fue nombrado capitán general del reino de Granada y alcaide de la Alhambra, lugar donde nació Bernardino, como la mayor parte de sus hermanos. Estos empleos fueron heredados por sus sucesores. Tuvo ocasión de entrar en contacto con el Renacimiento italiano durante su embajada en Roma y trajo a España a Pedro Mártir de Anglería. Sus hijos recibieron una esmerada educación. Fernández Duro, al hacer una breve semblanza de Bernardino de Mendoza, dice: “Escribía con soltura y gracia, que en el estilo epistolar no desdicen de las obras de su hermano D. Diego Hurtado de Mendoza”.

La fidelidad de Mondéjar a Fernando el Católico hizo posible que éste otorgase algunas mercedes a sus hijos. Bernardino de Mendoza fue nombrado caballero de Santiago en 1506, cuyo hábito tomó en el Monasterio de la Madre de Dios de Granada, el 29 de agosto. El mismo Monarca le hizo merced de la encomienda de Estremera el 12 de enero de 1511, y profesó en Uclés en abril de 1514 (años después, ya durante el reinado de Carlos I, le fue concedida la encomienda de Alcuesca y, en 1541, la de Mérida, siendo sucedido en cada una de ellas por su hijo Juan). Fue también trece de la Orden de Santiago.

La prosperidad familiar se vio comprometida por esa misma fidelidad a la muerte del primer Mondéjar y de Fernando el Católico. El hermano mayor de Bernardino, Luis Hurtado de Mendoza, III conde de Tendilla y II marqués de Mondéjar, supo ganarse la confianza del nuevo monarca Carlos I, ayudado por su otro hermano, Antonio, logrando la confirmación y nombramiento para la Capitanía general de Granada y la alcaidía de la Alhambra. Durante estos años, pese a su juventud, Bernardino de Mendoza sustituía a su hermano mayor durante sus ausencias. También fue nombrado Capitán de una de las compañías de cuarenta lanzas de la capitanía general de su hermano, que, a diferencia de las restantes, estaba de guarnición en la Alhambra.

Las Comunidades tuvieron repercusiones familiares para los Mendoza. La segunda de las hermanas, María Pacheco, fue la esposa y viuda de Juan Padilla, que mantuvo la causa comunera en Toledo casi durante un año tras Villalar; otro hermano, Antonio, mostró claras simpatías comuneras cuando fue procurador por Granada en las Cortes de Valladolid de 1518. No obstante, la actitud del joven Tendilla fue fundamental para mantener Andalucía fiel a Carlos I, destacando la toma de Huéscar, en la que colaboró Bernardino. Con esto logró consolidar el favor real para la familia.

Apenas terminadas las Comunidades, Bernardino de Mendoza, junto con su hermano Antonio, fue a la villa de Almazán, donde residía su hermana mayor, María, casada con el heredero del condado de Monteagudo, también del linaje Mendoza. El matrimonio no se llevaba bien. Esto dio lugar a un asunto muy turbio en el que estuvieron directamente relacionados los dos hermanos. El 4 de diciembre de 1521 participaron en el asesinato de Juan Garcés, hombre de confianza de su cuñado. Los hermanos huyeron buscando primero la protección de su tío, el conde de La Coruña, y, más tarde, la de su hermano, el marqués de Mondéjar.

En el otoño del año anterior se había perdido el Peñón de Vélez de la Gomera; esto supuso un incremento del corso berberisco, sobre todo en la costa granadina. El marqués de Mondéjar preparó una expedición para reconquistarlo en octubre de 1525. En ella participó su hermano Bernardino. La empresa terminó en un tremendo fracaso. Unos meses antes, el marqués de Mondéjar había pedido (carta de 3 de agosto) que en la capitanía de Bernardino de Mendoza hubiese un alférez, como en las demás de la guarda de la costa de Granada, a lo que accedió el Emperador (Toledo, 18 de agosto).

En 1526, el Emperador, recién casado con Isabel de Portugal, instaló su corte durante unos meses en Granada.

Fueron unos momentos muy gratos en la vida del Emperador, que gozaba del prestigio de la reciente victoria de sus tropas en Pavía y el apresamiento de Francisco I. Esa estancia de la pareja imperial en Granada sirvió también para incrementar el prestigio de Mondéjar.

Desde los inicios de la década de 1520 ya se plantearon los tres grandes problemas del reinado de Carlos I: el enfrentamiento con Francia, la Reforma luterana (y por tanto la cuestión alemana) y la lucha contra los turcos y corsarios berberiscos en el Mediterráneo.

Contra éstos combatió en un principio la Armada Real del reino de Granada, que por esas fechas estaba al mando de Rodrigo Portuondo. La presencia del Emperador se reforzó en el Mediterráneo en 1528, ya que Andrea Doria, con su escuadra y la república de Génova, se contaron entre los aliados del César a partir de ese año. Pero la situación se volvió poco menos que dramática cuando Barbarroja conquistó Argel y su lugarteniente Cachidiablo destruyó la armada de Portuondo en Formentera (1529). Para solventar la situación se firmó un asiento con Álvaro de Bazán, el Viejo con la finalidad de reconstruir la armada destruida, siendo el origen de Armada Real de las Galeras de España. El Mediterráneo fue escenario del enfrentamiento permanente entre las flotas turca y berberisca contra las hispanogenovesas.

Bernardino de Mendoza estuvo durante buena parte de este tiempo en sus encomiendas. La Emperatriz le ordenó por Real Cédula, dada en Segovia el 9 de septiembre de 1532, que fuese a servir con dos lanzas en el ejército que se formaba contra el turco.

Barbarroja fue nombrado almirante de la armada turca en 1534. Aquel mismo año logró deponer a Muley Assán, rey de Túnez, y hacerse con tan importante plaza. El Emperador organizó una gran expedición para su conquista al año siguiente. La empresa fue un gran éxito personal para Carlos I; sin embargo, dado lo avanzado de la estación, las fuerzas cristianas consideraron más prudente no atacar Argel.

En la empresa de Túnez destacaron tanto Mondéjar como sus hermanos Luis y Bernardino. Este último fue nombrado alcaide de La Goleta, comenzando una brillante carrera propia. Además conservaba su compañía en la Alhambra, que el Emperador había ordenado incrementar a cien lanzas (carta a Íñigo Hurtado de Mendoza de 30 de mayo), al mando de un teniente (carta al marqués de Mondéjar desde Palermo el 9 de octubre de 1535).

La posición de los hijos del I marqués de Mondéjar comenzó a consolidarse en estos años: Luis, el II marqués, inició una carrera, al principio en la facción de Cobos, que le llevó desde el virreinato de Navarra a la presidencia del Consejo de Castilla, pasando por el mismo cargo en el Consejo de Indias; Antonio se convirtió en el primer virrey de Nueva España y en el segundo del Perú, Francisco fue obispo de Jaén y Diego desarrolló una importante actividad diplomática en Italia. Así, Juan Ginés de Sepúlveda, en tono laudatorio, escribió: “Gloria es digna de memoria ver cinco hermanos en un mismo tiempo gobernar la república con universal alabanza en los honores conferidos de un sapientísimo príncipe por vuestras singulares virtudes”.

Bernardino de Mendoza consiguió el asiento de las galeras en 1537, sustituyendo a Álvaro de Bazán el Viejo. Estos asientos tenían una duración de pocos años. El 24 de mayo de 1539 lo renovó. Para la mayoría de los historiadores, Mendoza se hizo cargo de las galeras hasta el final del reinado y le sucedió su hijo Juan; sin embargo, Mira Caballos señala que entre 1543 y 1545 Bazán estuvo de nuevo al frente de las galeras. Mendoza se convirtió en capitán general de la Armada de las Galeras de España.

A principios de 1538, logró apaciguar a la guarnición de La Goleta, que se había amotinado por la falta de paga. La embarcó rumbo a Sicilia con la promesa de que cobraría. Al no ser así, los soldados cometieron todo tipo de excesos en la isla. Pero el hecho más importante de aquel año fue la batalla entre la flota turca, al mando de Barbarroja, y la de la Liga Santa, capitaneada por Andrea Doria, el 27 de septiembre, en aguas de Previsa. Pese a la inferioridad numérica de las fuerzas turcas, Doria no logró vencer.

Para muchos, este enfrentamiento supuso la superioridad turca en el Mediterráneo hasta Lepanto.

No obstante, los corsarios berberiscos sufrieron dos importantes reveses en 1540. El 15 de junio las galeras de Joanetín Doria apresaban las de Dragut. Meses más tarde, a finales del verano, los argelinos atacaron Gibraltar. Bernardino de Mendoza, con las Galeras de España, sorprendió de regreso a la escuadra de Alí Hamet y Caramaní en Alborán el primero de octubre.

Pese a ser sus fuerzas inferiores, logró hacerse con la escuadra de sus enemigos, liberando gran número de cristianos. Mendoza fue herido en la cabeza y en los brazos en esta acción, y como secuela le quedó la pérdida de movilidad en ellos. Tuvo cierto contratiempo por esta victoria, ya que uno de sus subordinados, el también asentista Enrique Enríquez, hizo prisionero a Alí Hamet, dando lugar a ciertas disputas.

Mendoza fue a dar la noticia al Emperador, quien le nombró comendador de Mérida. En ese mismo año, el 7 de febrero, Carlos I había autorizado a Bernardino de Mendoza para que tuviese otro teniente al mando de las galeras en El Puerto de Santa María, además del que ya tenía en Gibraltar.

El Emperador preparó una gran expedición contra Argel en 1541. En esta empresa también participó Mendoza; sin embargo, las fuerzas cristianas sufrieron un grave revés porque la acción se desarrolló con la estación muy avanzada (la campaña tuvo lugar en la segunda mitad de octubre). El tiempo fue adverso y causa fundamental del fracaso, pese a contar con soldados del prestigio del duque de Alba o de Hernán Cortés. Carlos I ya no pudo desarrollar ningún gran proyecto en el Mediterráneo. Las guerras contra Francia, los protestantes alemanes y los problemas familiares por la sucesión ocuparon y agotaron al Emperador en los últimos lustros de su reinado.

Mendoza llevó a cabo en los años siguientes misiones de apoyo en la lucha contra Francia y custodió caudales enviados a Génova. En 1548 recibió en Barcelona al futuro Felipe II, que iniciaba su viaje por Europa. En ese mismo año trajo a España al rey de Vélez de la Gomera, que vino para pedir ayuda contra el jerife de Marruecos Muley Mahomet.

La actividad naval de Bernardino de Mendoza tuvo lugar en el Mediterráneo; sin embargo, también participó en el tráfico atlántico. Un galeón de su propiedad, que venía de Nueva España, tuvo un percance en las Azores en 1549, yendo Diego López de Roelas con su armada a recoger el oro y la plata que traía.

También por aquellos años se intentó organizar el comercio con las Indias. Destacaron los proyectos de Bazán y el de Mendoza. Este último se parece al modelo definitivo que se estableció en la década de 1560, si bien el de Mendoza proponía tres flotas anuales y fueron dos las que finalmente se establecieron. Dado, además, su prestigio como marino, tuvo oportunidad de informar sobre los ensayos que se hicieron de los proyectos de Blasco de Garay.

El entonces príncipe Felipe regresó en 1551 por la misma ruta por la que había partido. Durante ese año la salud de Mendoza se resintió, y tuvo un ataque de terciarias en Cartagena. Pese a ello, constató las condiciones de su puerto y propuso fortificar su castillo y convertirlo en una plaza fuerte con poco coste, siendo la base para las galeras. En el mismo año se negó a transportar a Génova 150.000 escudos al Emperador, en tanto no se le pagasen los 50.000 ducados que se le adeudaban, pues dado el estado de la Real Hacienda, había dificultades para cobrar.

Según Cabrera de Córdoba, acompañó al futuro Felipe II cuando partió hacia Inglaterra para casarse con María Tudor (1554). Poco antes su hijo Juan se había hecho cargo de las galeras. No pudo ser mucho el tiempo de su permanencia junto al entonces príncipe. Al año siguiente estaba en Nápoles como virrey interino por la ausencia del cardenal Pacheco, que estaba participando en el cónclave que eligió a Pablo IV. Más tarde fue lugarteniente general del duque de Alba, antiguo amigo y compañero de armas, a quien por la delicada situación se le habían otorgado teóricamente plenos poderes en Italia. Se planteaba un doble conflicto. Por un lado la elección del nuevo Papa, de la familia Caraffa y enemigo de España, favorecía la intervención francesa; para afrontar la situación fue elegido el duque de Alba, con una destacada clientela en Italia. De otra parte se dilucidaba la entrada de nuevos hombres en el poder. Ruy Gómez de Silva comenzó a tener una gran influencia en el entonces príncipe desde 1551. Un tiempo después contrajo matrimonio con Ana de Mendoza de la Cerda, hija del duque de Francavilla. El príncipe de Éboli atrajo al poderoso linaje de los Mendoza a su facción. Más tarde supo ganarse a Eraso, quien estaba enojado con Alba porque el duque influyó para que unas rentas monásticas se concediesen a Bernardino de Mendoza y no al secretario. Esta facción apoyó el nombramiento de Alba en Italia con la intención de que fracasase. No se le facilitarían los fondos que necesitaba para desarrollar su misión.

Las relaciones entre Alba y Bernardino de Mendoza se fueron enturbiando. Dos asuntos fueron clave. Entre las familias italianas afines a España destacaban los Doria y los Colonna, emparentadas entre sí pero con fuertes disputas. Una de ellas consistía en el mando de las galeras en el Mediterráneo. Felipe II designó a Marco Antonio Colonna, lo que irritó a Juan Andrea Doria, que zarpó solo con su escuadra. Alba ordenó a Colonna que saliese a unirse a Doria para evitar un desastre, y aquél se escudó en que necesitaba órdenes del virrey Mendoza. Bernardino actuó con enorme pasividad, lo que hizo que Alba escribiese al Rey pidiendo que dejase en suspenso las mercedes concedidas a Mendoza en tanto no cambiase de actitud. El segundo problema vino porque, pese a las llamadas de atención por parte del duque, éste siguió con sus amoríos con la marquesa del Vasto, comprometiendo su gestión de gobierno, y Alba informó pormenorizadamente del asunto.

Acudió a la corte de Felipe II donde fue muy bien recibido por Éboli, quien facilitó su nombramiento como consejero de Estado en 1556. Además contó con él para una gran reforma del Consejo de Hacienda, que dejaba los fondos de la Monarquía a disposición de su facción. Eraso había sido nombrado secretario de este Consejo en 1556 y meses más tarde, el 2 de febrero de 1557, en Bruselas, él fue nombrado uno de los tres nuevos contadores mayores de Castilla e Indias. Hasta ese momento los contadores mayores de Castilla habían sido dos, y se justificaba el tercer nombramiento porque los nuevos contadores también lo serían de Indias.

Sus colegas en el cargo fueron Gutierre López de Padilla y el propio Éboli. Mendoza juró su nuevo cargo el día siguiente al de su nombramiento.

Se ocupó de los fondos y de preparar la campaña contra Francia durante aquel año. Las tropas de Felipe II obtuvieron una gran victoria en San Quintín el 10 de agosto; sin embargo, el triunfo se vio empañado por la pérdida de Calais. Felipe II, en vez de avanzar hacia París, prefirió conquistar la plaza de San Quintín.

Bernardino de Mendoza murió a los pocos días de tomar la localidad, el 8 de septiembre. Las fuentes señalan que su fallecimiento se debió a la enfermedad y no hacen referencia a heridas. Su cuerpo fue trasladado a Cambrai, donde recibió sepultura.

Había contraído matrimonio, en octubre de 1523, con Elvira Carrillo de Córdoba (hija de Pedro Carrillo de Córdoba, hermano del señor de Alcaudete y Montemayor, y de Elvira Manrique, hermana de María Manrique, duquesa de Sesa y esposa del Gran Capitán) en Cogollos del Arzobispado. Tuvieron una numerosa descendencia: Catalina (casó dos veces, la primera con Francisco de Mendoza, hijo del primer virrey de Nueva España y por tanto su primo hermano, y la segunda con Luis Hurtado de Mendoza, IV marqués de Mondéjar, hijo de otro primo hermano), Beatriz (segunda esposa del VI conde de Concentaina), Jerónima (esposa del conde de Galves), Francisca (religiosa), Juan (casó con Juana de Cárdenas, de la casa de Albornoz por línea materna, sucedió a su padre como capitán general de las Galeras de España y murió en el Puerto de la Herradura en 1562), Íñigo López de Mendoza, Antonio y Francisco (éstos sin sucesión).

Bernardino de Mendoza y su esposa fundaron un mayorazgo (Madrid, 27 de mayo de 1552) para su hijo Juan, con la villa de Grañeras, cerca de Sahagún, que ella había heredado de su madre, y de la partición con el duque de Sesa, 42.000 maravedís en juros de Castilla, cuatro galeras, seiscientos esclavos de las galeras y unas casas. Elvira Carrillo, que fue aya de las hijas de Felipe II, quedó como cabeza de familia tras la muerte de su esposo y de su hijo Juan. Esto explica que ella se ocupase de las capitulaciones matrimoniales de su nieta Elvira de Mendoza, hija de Juan, para casar con Luis de la Cueva Benavides y Mendoza, caballero de Santiago, hijo de Alonso de la Cueva (capitán general de la Goleta y Orán) y Juana de Mendoza (Granada, 2 de mayo de 1573). La dote fue de 10.433.343 maravedís. Nieto de este matrimonio fue el marqués de Bedmar. Elvira Carrillo otorgó testamento en Granada el 27 de agosto de 1586.

Las relaciones familiares fueron fundamentales en la vida de Bernardino de Mendoza. Entre ellas hay que destacar la que tuvo con su hermano Antonio, el virrey de Nueva España y Perú. Bernardino se ocupó de la educación de los hijos de Antonio. Su relación fue lo suficientemente estrecha como para casar a su hija mayor con su sobrino Francisco, quien también se hizo cargo de las Galeras de España cuando falleció su primo Juan, pero él también murió al poco tiempo.

Igualmente fue Bernardino de Mendoza quien realizó las capitulaciones matrimoniales de Francisca hija de su hermano Antonio, que estaba en México, con Alonso de Córdoba y Velasco, hijo mayor del conde de Alcaudete (Granada, 21 de diciembre de 1543).

 

Fuentes y bibl.: Museo Naval, Colección Vargas Ponce, t. 1B docs. 25-126, t. 13 doc. 29; Colección Sanz de Barutell, ms. 372 docs. 14, 15 y 52; ms. 375 docs. 87, 93, 96, 109, 115- 116, 122-124, 128-131, 133-135, 137-145, 147; ms. 376 doc. 53; ms. 385 docs. 98, 104-109, 111-115, 117, 123, 125- 127, 129-132, 137, 139-145, 147-150; ms. 386 docs. 153, 183-186, 188, 190, 194, 212; ms. 396 docs. 2, 17-19, 24- 25, 28-29; ms. 397 doc. 27; Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, mss. 9/184, 9/808, 9/817, 9/831, 9/937, 9/980, 9/1640 (leg. C carpeta 1 n.º 37, n.º 77942 de la colección); Colección Vargas Ponce, ms. 9/6071, n.º 64; Biblioteca Nacional de España, ms. 3315; Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Juzgado de Toledo, legs. 19889- 19890; Diversos documentos de Indias, n.º 93; Sección Nobleza, Fondo Ovando. D 2866; Archivo General de Simancas, Escribanía Mayor de Rentas, Quitaciones de Corte, leg. 9, n.os 1039-1087; Guerra Antigua, legs. 65 (38), (47), 66 (203), 71 (108).

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Dionisio A. Perona Tomás

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