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Inés de Bazán de Arostegui

Biografía

Bazán de Arostegui, Inés de. México, c. 1550 – Castro, Chiloé (Chile), c. 1630. Heroína de la defensa de Castro contra corsarios holandeses.

No hay exactitud de su filiación. Contrajo matrimonio con Juanes de Oyarzun, “caballero noble hijodalgo como descendiente por línea recta de la casa infanzona y solariega de Lartaun”, nacido en Vizcaya en 1530, pasado a Chile en 1565 y a Chiloé con el mariscal Ruiz de Gamboa en febrero de 1567; vecino y encomendero de Castro, capital de Chiloé, donde fue juez y oficial real. Inés de Bazán enviudó antes de 1590, pues su marido murió al servicio de Su Majestad en una emboscada tendida por los indios en las islas Chauques. De este enlace quedó sucesión.

En 1598 zarpó de Gorea, puerto cercano a Rotterdam, una expedición corsaria compuesta por cinco naves. La Fidelidad (Trouw), urca de doscientas cincuenta toneladas, artillada con dieciséis cañones, cuya tripulación inicial de noventa hombres se redujo drásticamente durante la navegación, llegó separada del resto de la flota, a principios de marzo de 1600, a las costas septentrionales de la isla de Chiloé. Baltasar de Cordes, que la capitaneaba, mediante una engañosa y vil estratagema se apoderó de la capital, la ciudad de Castro, el 17 de abril, contando con la complicidad de los indígenas de la zona. Fueron asesinados los hombres y hechos prisioneros las mujeres y los niños, mientras la ciudad era saqueada. Sólo unos pocos españoles, ante la general matanza, hicieron frente a los forajidos, de modo valiente aunque absolutamente infructuoso. Allí se destacó la viuda del capitán Oyarzun. Paralelamente a la toma a mansalva de la ciudad, se encontraban fuera de ella el capitán Luis Pérez de Vargas y veinticinco hombres, quienes fueron los únicos varones sobrevivientes. El cronista Jerónimo de Quiroga compara a Pérez de Vargas con Guzmán el Bueno, porque dejó en poder de Cordes a su mujer, sus hijos y su suegra y mandó a decirle que los degollara si el precio de la vida de sus parientes había de ser una traición. Parapetose en las cercanías de Castro, en el lugarejo de Llao.Llao y una noche atacó la ciudad prisionera. Inés de Bazán, confabulada con el soldado Pedro de Torres que desde aquel lugarejo se había pasado fingidamente a los holandeses, debió de tener, como las otras mujeres, alguna movilidad.

Aprovechándose del estado de embriaguez de los corsarios, mojó las cuerdas mechas de los cañones, en incluso clavó algunos. Se sabe que “se puso a cegarles con tierra y mojarles con agua los fogones de la artillería para que cuando los nuestros viniesen a darles el asalto no pudiesen ofenderles”. El propio capitán Pérez de Vargas testifica en 1603 y recuerda que “teniendo noticia de ello —por una misiva que Inés de Bazán le envió— acudió una noche al fuerte donde estaba dicho corsario, y a la puerta donde tenía muchos indios apareados con él y en su guarda, les tiró muchas arcabuzadas, y los dichos enemigos subieron al palenque, y este testigo con los suyos los echó e acudiendo a su artillería la hallaron impedida con lo dicho, donde le sucedió muy bien a este testigo y a su gente y mató muchos indios”. Rescató siete mujeres, recuperó ganado, mató dos corsarios e hirió de un balazo a Cordes. Esta acción tuvo influencia en el ánimo de los aborígenes, que comenzaron a desertar del bando invasor. Ni Torres ni Inés de Bazán lograron huir. El primero fue ahorcado y ella estaba con la cuerda al cuello cuando Cordes ordenó suspender su ejecución y la sometió a crudelísimos azotes que, según versiones, fueron cuatrocientos. Al despojarla de sus ropas le encontraron un crucifijo y con él “le desbarataron la cara; y así toda ensangrentada la pasearon por las cuatro esquinas de la plaza”.

La tradición oral varió la realidad, aumentándola, y afirma que después le cortaron ambos pechos y la siguieron martirizando hasta causarle la muerte. Esto no es cierto porque falleció treinta años más tarde.

Expulsada por los holandeses, se reunió con los españoles, entre ellos su hijo Juan, quienes la socorrieron, y participó más tarde en la expulsión de los corsarios y en la recuperación de Castro con refuerzos llevados desde Osorno por el coronel Francisco del Campo a fines de mayo de 1600. Inés de Bazán rindió información en Castro, 7 de marzo de 1603, sobre estos sucesos. En ese año figura como vecina del Fuerte de la Trinidad en la arrasada ciudad de Valdivia, desde donde debió de regresar a Chiloé.

 

Bibl.: T. Thayer Ojeda, “Noticias sobre la familia Oyarzun”, en Boletín de la Academia Chilena de la Historia, año XVII, n.º 42 (primer semestre, 1950), págs. 61-64; J. de Quiroga, Memoria de los sucesos de la Guerra de Chile, Santiago, Ediciones A. Bello, 1979, págs. 296-299; J. T. Medina, Colección de Documentos Inéditos para la Historia de Chile, t. VII, Santiago, Fondo Histórico y Bibliográfico J. T. Medina, 1982, pág. 427; D. de Rosales, Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano, t. II, Santiago, Ediciones Andrés Bello, 1989, págs. 723-726; J. Retamal Favereau et al., Familias Fundadoras de Chile, 1540-1600, Santiago, Zig-Zag, 1992, págs. 393- 401; I. Vázquez de Acuña y García del Postigo, Las Incursiones Corsarias Holandesas en Chiloé-Simón de Cordes (1600) y Enrique Brouwer (1643), Santiago, Editorial Universitaria, 1992; Historia Naval del Reino de Chile 1520-1826, Santiago, Compañía Sudamericana de Vapores, 2004, CD-rom: Libro primero, cap. XIII, 2.ª parte, págs. 488-499; G. Guarda, Los Encomenderos de Chiloé, Santiago, Ediciones de la Universidad Católica de Chile, 2002, pág. 225.

 

Isidoro Vázquez de Acuña y García del Postigo

 

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