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Moisés de Huerta Ayuso

Biografía

Huerta Ayuso, Moisés de. Muriel de Zapardiel (Valladolid), 25.IX.1881 – Mérida (Badajoz), 1.II.1962. Escultor.

Cuando Moisés tenía apenas un año, su familia se trasladó a Bilbao, en cuya Escuela de Artes y Oficios recibió desde 1893 una completa formación, mostrando sus primeras obras escultóricas al iniciarse el siglo. Tras un breve paso en Madrid por la Escuela de San Fernando y el estudio de Querol, obtuvo una Mención Honorífica en la Nacional de 1906. En 1907 emprendió un ilusionado viaje a París, aunque tuvo que regresar precipitadamente por falta de fondos. En Bilbao realizó, a su vuelta, pequeñas tallas en madera que representaban aldeanos vascos en actitudes anecdóticas y caricaturescas, con talla directa y un tratamiento sintético y precubista muy avanzado e innovador para la época. De esta serie destacan piezas como El Mirón, que conserva el Museo de Bellas Artes de Bilbao. La construcción de la catedral nueva de Vitoria le ofreció desde 1908 la posibilidad de participar en un interesante proyecto, para el que realizó expresivos altorrelieves en los arcos y tímpanos de la cripta.

Un nuevo período se abrió en 1909 con la obtención, por unanimidad, de un pensionado de escultura en la Academia Española de Bellas Artes en Roma, donde residió hasta 1914. Fue una etapa crucial en su carrera, y en ella realizó algunas de sus mejores creaciones. Aprovechó, además, para viajar por toda Italia y, en 1913, por parte de Europa (Londres, París, Brujas, Amberes, Bruselas, La Haya y Múnich). En 1911 participó en la Exposición Internacional de Roma, donde la declaración fuera de concurso del pabellón español le impidió obtener un Primer Premio que le hubiera deparado un importante prestigio y proyección internacional. En este sentido, fue también muy relevante la exposición que en 1914 realizó en Roma, dando fin a su pensionado y que tuvo una gran repercusión crítica. En esta etapa italiana sumó influencias clásicas y renacentistas, en particular de Miguel Ángel, con otras de artistas contemporáneos, como Rodin, Bourdelle y Mestrovic. Cabe destacar sus mármoles Torso viril (1910) y Hetaira (1910-1911), ésta en el Museo de Bilbao, el altorrelieve Naturaleza (1911) y el grupo Las Parcas (1912-1913), de concepción colosal, que fue su última entrega de pensionado; además del retrato de Alfonso XIII y el grupo Dolor, destinado a La Habana. La consagración le vino también en el ámbito español, pues en 1912 obtuvo la Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, por su obra El salto de Léucade, un desnudo femenino yacente, bajo la influencia de Rodin, que obtuvo unánimes elogios y que hoy exhibe en lugar preferente el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Tras el regreso de Italia, instaló su taller en Bilbao y en el ámbito vasco desarrolló una intensa labor artística, aunque mantuvo asiduos contactos con Madrid y las exposiciones nacionales, donde intervino como artista y severo jurado, pues con su presencia se declararon desiertas varias medallas, e incluso llegó a dimitir en 1924 y 1930 para denunciar las presiones recibidas. También repitió viajes a Europa, como el de 1922 por Francia, Suiza, Italia y posiblemente Grecia. Retratos y monumentos tuvieron un papel importante en la década de 1920: junto a los monumentos frustrados de Aureliano Valle, muy polémico, y el ecuestre del General Botha en Sudáfrica (1928), cabe citar los bustos de Horacio de Echevarrieta, Carmelo Gil, Miguel de Unamuno, Pablo Iglesias, Nicolás Esparza, Laureano de Jado y Enrique de Areilza; seguidos, en la década de 1930, por el monumento a Pascual de Abaroa en Lequeitio y los retratos de Ramón de la Sota, Joaquín Costa y Antonio Plasencia. Abordó también obras religiosas, como la Dolorosa (1918), Santa Teresa de Jesús (1919) o el San Juan Evangelista para la iglesia de Guernica (1929), algunas figuras alegóricas (Abundancia, 1929-1931; Potencias Patrias, 1936), desnudos (Palankari, 1934) y una serie de toros de lidia. En la década de 1930 colaboró con la Asociación de Artistas Vascos, hasta su disolución en la Guerra Civil.

Su actividad en el País Vasco se complementó con los proyectos para la isla de Cuba, con la que mantuvo una fructífera relación. Realizó un primer viaje en 1916 y estableció importantes contactos, en concreto con el arquitecto cubano Félix Cabarrocas, con quien preparó dos magníficos proyectos para el concurso internacional destinado a erigir un monumento al general Máximo Gómez en La Habana. En 1919 viajó a la capital cubana para participar en el concurso, que tuvo gran trascendencia; irregularidades en la votación dieron el triunfo al italiano Aldo Gamba, quedando Huerta en segundo lugar, lo que originó una intensa campaña de protesta en la prensa y círculos artísticos del país. Regresó en 1925, para la entrega del Mausoleo del conde del Rivero en el cementerio de Colón de La Habana y el Monumento a las víctimas del Maine, y los bustos de Domingo Madán, Laureano Falla y el presidente Gerardo Machado.

La Guerra Civil paralizó por un tiempo sus posibilidades de promoción en Madrid, pero finalmente, en 1940 fue nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, aunque no tomó posesión hasta el 8 de junio de 1942, acto en el que entregó la escultura en piedra Forma y leyó el discurso Fuerza expresiva y carácter en la escultura española, publicado por la Academia. Otro acontecimiento paralelo, muy esperado por el escultor, fue la consecución en 1941 de la cátedra de Talla de Piedra y Madera en la Escuela de San Fernando de Madrid, interinamente desde 1941 y de forma definitiva dos años después. Esta nueva situación laboral implicó el traslado de residencia a la capital española, y vivió una última etapa en la que alternó su labor docente con la creación artística. Su magisterio, ejercido hasta 1955, incluyó también la materia de Dibujo (Huerta fue un excepcional dibujante) y se caracterizó por el alto nivel de exigencia.

El destino de sus obras se diversificó en función de diferentes encargos o concursos. Hubo proyectos fallidos, como el de la traída de aguas a Vitoria o los monumentos a la República Argentina, al periodista José Ignacio Rivero y a Cuba, cuyo concurso abordó con setenta y siete años. Otras obras, sí culminadas, son el monumento a Fray Francisco de Vitoria en la capital alavesa (1945), la Estatua ecuestre del general Franco para la Academia Militar de Zaragoza (1943-1948), Lanzó el disco al azul, expuesta en la I Bienal Hispanoamericana de 1951, la talla de San Valentín de Berrio-Ochoa (1952) y diversos crucificados. Un retrato funerario para Cuba generó un último viaje del escultor a la isla en 1950, con importantes homenajes, que culminaron con su elección en 1956 como académico correspondiente de la Academia Nacional de Artes y Letras de La Habana. Entre 1952 y 1956 le ocuparon los frisos en relieve para el Arco de la Victoria en la plaza de la Moncloa de Madrid, y entre sus últimas obras importantes figuran las estatuas de La Ley y La Justicia para la Audiencia de Bilbao (1959). Siguió trabajando hasta su fallecimiento en Mérida, donde residía una de sus hijas, en 1962.

 

Obras de ~: El Mirón, 1907; Torso viril, 1910; Hetaira, 1910-1911; El salto de Léucade, 1910-1911; Naturaleza, 1911; Las Parcas, 1913; Dolor, 1913-1916; Hombre prehistórico, 1916; Proyecto de monumento a Máximo Gómez, 1916-1919; Estatua ecuestre del general Franco, 1943-1948; San Valentín de Berrio-Ochoa, 1952; Relieves del Arco de la Victoria, 1952-1956.

Escritos: Fuerza expresiva y carácter en la escultura española. Discurso de Recepción en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1942.

 

Bibl.: S. Lago, “Escultores contemporáneos. Moisés de Huerta”, en La Esfera, II, n.º 67 (10 de abril de 1915); R. Sánchez Mazas, XV Sonetos para XV Esculturas de Moisés de Huerta, Bilbao, Lux, 1917; F. J. Sánchez Cantón, Contestación al discurso de ingreso de Moisés de Huerta, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1942; J. A. Gaya Nuño, Escultura española contemporánea, Madrid, Guadarrama, 1957, págs. 77-78; F. J. Sánchez Cantón, “Necrología: D. Moisés de Huerta y Ayuso”, en Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, vol. XIV (1962); J. A. Gaya Nuño, Arte del siglo xx. Ars Hispaniae: historia universal del arte hispánico, t. XXII, Madrid, Plus Ultra, 1977, págs. 83-86; J. Marín-Medina, La escultura española contemporánea (1800- 1978), Madrid, Edarcón, 1978, pág. 137; X. Sáenz de Gorbea, “Moisés de Huerta”, en Biblioteca de pintores y escultores vascos [...], vol. XIX, n.º 201, Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1978; B. de Pantorba, Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España, Madrid, Jesús Ramón García-Rama, 1980, pág. 421; M. A. Marrodán, La escultura vasca, Bilbao, Gran Enciclopedia Vasca, 1980, págs. 107-108; M. Bazán de Huerta, “Una introducción al escultor Moisés de Huerta”, en VV. AA., Actas del VII Congreso de Estudios Extremeños, vol. I, Cáceres, Diputaciones Provinciales de Cáceres y Badajoz, 1983, págs. 39-50; X. Sáenz de Gorbea, Escultura vasca 1889-1939, Bilbao, Banco de Bilbao, 1984, págs. 47-51; J. Álix Trueba et al., Escultura española 1900-1936, Madrid, Ministerio de Cultura, 1985; M. Bazán de Huerta, “La Exposición Internacional de 1911 en Roma y el arte español”, en Norba-Arte VIII, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1989, págs. 231-250; “Humorismo y caricatura en la escultura española de la primera mitad del siglo xx”, en Norba-Arte IX, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1990, págs. 201-220; M. Bazán de Huerta, M. M. Lozano Bartolozzi, A. Martín Nájera et al., Eduardo Capa. Colección escultórica, Pamplona, Museo de Navarra, 1990, pág. 140; M. Bazán de Huerta, “Recuperación de un género monumental. La estatua ecuestre del General Franco en la Academia Militar de Zaragoza”, en VV. AA., Actas del VI Coloquio de Arte Aragonés (1989), Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1991, págs. 327-346; El escultor Moisés de Huerta. 1881-1962, Bilbao, Bilbao Bizkaia Kutxa, 1992; La escultura monumental en La Habana, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1994; “Moisés de Huerta en el Museo de Bellas Artes de Bilbao”, en Anuario 1994. Estudios-Crónicas, Bilbao, Museo de Bellas Artes de Bilbao, 1995, págs. 111-120.

 

Moisés Bazán de Huerta

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