Ayuda

José Martínez de Salazar

Biografía

Martínez de Salazar, José. España, p. m. s. XVII – f. s. XVII. Militar, presidente de Audiencia, gobernador.

Se desconocen sus datos de filiación, así como el lugar y fecha exactos de su nacimiento. De brillante carrera militar, fue nombrado caballero de la Orden de Santiago y alcanzó el máximo grado como maestre de campo. Tomó parte en la guerra contra Portugal y se distinguió en la defensa del puente de Lérida. Gobernó Puebla de Sanabria y el castillo de San Luis Gonzaga.

Destinado en 1662 al generalato de Artillería, fue designado, en cambio, gobernador de Buenos Aires y presidente de la Real Audiencia, recientemente creada por Real Cédula del 6 de junio de 1661. Asumía el mando el 28 de julio de 1663 y veinte días después, el 16 de agosto, instalaba la primera Audiencia de Buenos Aires. Ésta respondía singularmente a impedir el contrabando con naciones extranjeras, que desde hacía muchos años se acusaba al puerto de Buenos Aires de llevar a cabo al margen de la ley. Salazar, como presidente de la Real Audiencia, interpretó fielmente el pensamiento de la metrópoli, controlando celosamente el tráfico comercial porteño.

Su primera medida gubernamental fue organizar la defensa de la ciudad ante el constante peligro que representaban los piratas, que por aquellos tiempos asolaban sin cesar las costas del mar Caribe. Reconstruyó el fuerte en su totalidad, a cuya labor colaboraron los arquitectos, herreros y carpinteros de la ciudad y los indios de las misiones jesuíticas, generosamente ofrecidos por los padres de la Compañía. No conforme con el aumento de ciento quince soldados que incorporó a la guarnición existente, trató por todos los medios de militarizar a la población, a fin de tenerlos siempre listos para cualquier ocasión. En las postrimerías de su gobierno llegó al Río de la Plata la noticia de la audaz campaña del pirata inglés Morgan en el asalto y saqueo de la ciudad de Panamá, así como de las continuas depredaciones que se estaban llevando a cabo en el mar Caribe, como la toma y saqueo de Portobelo y otras poblaciones. En esta oportunidad se puso de manifiesto la capacidad del gobernador, que convocó una junta de guerra y lanzó un manifiesto al pueblo, incitándolo en la defensa de su territorio, en tiempos difíciles para la metrópoli, casi aislada, a causa de los conflictos europeos, de sus reinos de Ultramar.

No fueron solamente las actividades guerreras las que absorbieron toda la atención del gobernador.

Desde el primer momento se preocupó de todos los problemas de la gobernación. Nombró su primer teniente y una serie de normas en doce artículos en que resolvía importantes cuestiones de administración local.

Entre ellas estaban en primer término las edilicias, a ellas les dedicó varias instrucciones, como la de hacer cabildo los días señalados; llevar un libro de penas, además del de los acuerdos. Exigió a los alcaldes acompañar al teniente general en las rondas con cuatro soldados, y fijar peso y precio al pan.

Para evitar fraudes en las rentas y otros excesos, determinó un punto de entrada y salida en la ciudad.

Fundó la guardia de Luján junto a la estancia de Juan de Rocha, en el Camino Real. Las mercancías, carretas y caballería que circularan por otros caminos serían comisadas. La guardia debía registrar carretas y todo cargamento que por allí pasase. Prohibió a los capitanes de los navíos de registro que contratasen directamente los cargamentos de corambre que estaban autorizados a llevar, debiendo ser el Cabildo quien ordenase la repartición de las matanzas y su precio.

Para conjurar las fluctuaciones en el precio del pan, prohibió a los vecinos la exportación de cualquier cereal sin su permiso, y el 12 de mayo de 1665 ordenó al Cabildo dictara el arancel general de los comestibles.

Fue también una constante preocupación de su gobierno terminar con los excesos de las vaquerías, ya que cualquier persona gozaba de los derechos a la matanza.

Ordenó al Cabildo que reglamentara su licencia y determinara el número de personas y de cueros con derecho a ellas.

Solicitó, respaldado por el Cabildo, la apertura del puerto de Buenos Aires al comercio directo con España, demostrando que el contrabando, tan extendido en esas tierras, tenía por único origen la clausura de su puerto, que obedecía más a las presiones de los comerciantes de Lima que a causas legítimas. Su recta gestión gubernamental y fiel cumplimiento de las ordenanzas reales en lo relativo al comercio, diezmó la principal fuente riqueza regional y provocó el estancamiento de los valores, que produjo, como es lógico, un empobrecimiento general.

La creación de la Audiencia de Buenos Aires impuso en la ciudad un protocolo que obligaba a los vecinos principales a llevar un tren de vida que no estaba de acuerdo con sus fortunas, lo que fue causa de muchas discordias entre el vecindario y el gobernador.

Las fiestas lujosas se convocaban a menudo en la ciudad, y frente a la ausencia de varios vecinos, el gobernador decretó medidas conminatorias para que asistiesen. Prohibió la venta de vinos a los indios bajo severas penas, así como promovió su concurrencia a misa los días festivos. Del mismo modo fomentó entre la población negra la concurrencia a misa y a los conventos de Santo Domingo y de la Compañía de Jesús para recibir la doctrina cristiana. Dedicó mucha importancia a la reciente creación de la parroquia de San Juan, destinada especialmente a los naturales, para que oyeran misa allí; parroquia que puso a cargo del alcalde de segundo voto de la ciudad. El propio Salazar se constituía en su prioste y conservador.

Por otro lado, los incendios de los campos habían puesto en graves aprietos a la ciudad que necesitaba de sus insumos, en especial cereales y carne. De acuerdo con el Cabildo se promulgó un bando prohibiendo hacer fuego en los matorrales cercanos a la ciudad.

Se decretó, además, una vigilancia permanente en las cercas de la ciudad, ordenando a cada vecino prestasen un esclavo para que cortasen un espacio de cinco cuadras alrededor del ejido.

La muerte del monarca Felipe IV constituyó uno de los grandes acontecimientos en los que le tocó actuar.

La noticia de la muerte del Rey llegó un año después del deceso. Sus honras y las fiestas de coronación de su sucesor, Carlos II, fueron realizadas con toda la moderación propia de la pobreza del vecindario. Por esa época comenzaron los primeros malones indígenas en las estancias vecinas como lo demuestran las numerosas denuncias por robo de ganado achacadas al cacique Bravo en 1672; el Cabildo, en sesión extraordinaria, resolvió declararles la guerra.

Salazar colaboró singularmente en la obra de reconstrucción de la catedral porteña, poniendo fin a los entredichos entre el Cabildo y obispo, permitiendo una sisa de dos pesos por arroba de vino, con cuyas ganancias, más cinco mil pesos donados por Su Majestad, se había procedido al pago de maestros carpinteros, albañiles, escultores, pintores y otros oficiales.

También intentó construir el fuerte de Luján, a diez leguas de la ciudad, con quinientos indios del Paraná y Uruguay, de las misiones jesuíticas. Tenía como propósito esencial contener el avance de los indios pampas.

Calculaba su fuerza en trescientos hombres, con un foso de cuarenta y cinco a cincuenta pies, de una profundidad de quince, su muralla de quince metros de altura y treinta de espesor, con baluartes y puentes levadizos, rastrillos y demás defensas. En la obra del hospital no fue menor su empeño, pidiendo al Rey lo fundase en forma permanente y definitiva, adjudicándole rentas reales para que pudiera mantener a cuatro hermanos de San Juan de Dios, de manera que hubiera un boticario, un cirujano, un practicante y un sacerdote. El Rey negó la fundación en 1667, y Salazar elevó la respuesta al Cabildo destacando que la llegada de ciento quince soldados más al presidio eran argumentos de sobra para insistir, sobre todo si se tenía en cuenta que el oidor Pedro de Rojas y Luna había muerto por falta de asistencia médica.

Es indudable que Salazar fue el gobernador de Buenos Aires al que más se debe la gratitud local, pues además de ser sabio gobernante fue un excelente militar que supo ordenar y organizar la milicia, reconstruir el fuerte, la iglesia catedral, el hospital, y en su gobierno se vivió ordenadamente y en paz. Fue también el autor del segundo censo de la ciudad, que se llevó a cabo en 1664, determinándose las cabezas de familia y la profesión de cada vecino. Luchó contra las costumbres de los indios charrúas, que continuaban con la práctica de vender a sus hijos. Fue fundador de la cofradía del Santo Cristo en Buenos Aires. Extraordinario magistrado, mesurado en todo y justiciero al extremo, fue venerado en Buenos Aires por todos los vecinos, por su cordura y benignidad sin caer en la debilidad. Terminó su gobierno el 24 de marzo de 1674.

 

Bibl.: P. Lozano, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, vol. III, Buenos Aires, Casa Editora Imprenta Popular, 1873-1875, págs. 223-232; E. Udaondo, Reseña histórica de la Villa de Luján, Buenos Aires, Luján, 1939, págs. 250-256; Diccionario Biográfico Colonial Argentino, Buenos Aires, Huarpes, 1945, págs. 563-564; A. Zinny, Historia de los gobernadores de las provincias argentinas, vol. III, Buenos Aires, Hispanoamérica, 1987, págs. 122-131; R. A. Molina, Diccionario Biográfico de Buenos Aires, 1580- 1720, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 2000, págs. 461-462.

 

Sandra Fabiana Olivera

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares