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Juan Castañón de Mena

Biografía

Castañón de Mena, Juan. Madrid, 10.IV.1903 – Ayán (La Coruña), 27.IV.1982. Militar y procurador en Cortes.

La trayectoria profesional de este militar estuvo marcada por tres hechos. El primero, su pertenencia a las promociones formadas en las antiguas academias específicas de cada Arma y Cuerpo, existentes hasta la creación de la Academia General Militar (AGM) en 1927. Este grupo estuvo integrado por militares que alcanzaron la edad adulta dentro de una dictadura militar, la del teniente general Miguel Primo de Rivera, que supuso la ruptura de la tradición liberal que arrancaba del siglo XIX, y que abrió la puerta a soluciones violentas como forma de alcanzar el poder. En algunos casos, también participaron en la guerra de Marruecos, obteniendo experiencia militar con anterioridad a la Guerra Civil. Y finalmente vivieron, dentro del Ejército, las dinámicas desencadenadas durante la II República, participando activamente en muchos casos en la sublevación que desencadenó la Guerra Civil. Este conjunto de procesos históricos les convirtió en profundamente conservadores y partidarios del régimen franquista, aunque por edad, eran residuales en los escalafones en 1975, y por tanto habían perdido toda capacidad de intervenir en el proceso de toma de decisiones políticas desde posiciones de fuerza cuando se inició la Transición. La segunda, su ideología monárquica neotradicionalista y su vinculación al Opus Dei como socio supernumerario, lo que le permitió jugar un papel clave en la elección de Juan Carlos de Borbón como sucesor a título de rey. Y la tercera, una carrera militar brillante, lo que unido a la enorme confianza del dictador en su persona, le ayudó a alcanzar el empleo de teniente general y convertirse en ministro del Ejército.

Dentro de su trayectoria vital, se pueden distinguir cinco etapas. La primera etapa abarcó los últimos años del reinado de Alfonso XIII (1902-1931) y estuvo definida por dos hechos. El primero, su participación en las campañas de Marruecos. Castañón ingreso en la Academia de Infantería de Toledo el 29 de agosto de 1918, y salió tres años después como alférez. Poco después, pasó a África, combatiendo en las diferentes acciones de repliegue, que se pusieron en marcha tras el derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla en 1921. Fue en este periodo cuando conoció al entonces teniente coronel de Infantería Francisco Franco Bahamonde. Sin embargo, su participación en estos combates terminaría en enero de 1925, lo que impidió participar en el desembarco de Alhucemas (8.IX.1925) y en las operaciones finales de la campaña, no beneficiándose de la gran cantidad de recompensas, bajo la forma de condecoraciones y ascensos por méritos de guerra, que se dieron entonces. El segundo –probablemente vinculado con el final abrupto de su participación en el conflicto marroquí–, fue su entrada en la Escuela Superior del Ejército en 1925, de donde salió tres años después como teniente de Estado Mayor. El 31 de enero de 1931ascendió a capitán.

La segunda etapa se desarrolló durante la II República. En este periodo, su carrera destacó por tres hechos. El primero –consecuencia de la situación de disponible en la que le deja el ministro de la Guerra Manuel Azaña– fue el inicio de una carrera profesional en el ámbito técnico que culminaría con la obtención del título de doctor en Arquitectura y el de ingeniero geógrafo. Esta actitud no fue exclusiva de Castañón, sino que otros militares –como el entonces teniente de Artillería y futuro teniente general Luis Serrano de Pablo– aprovecharon la misma situación para formarse en el ámbito universitario. El segundo, su incorporación al servicio activo durante el Bienio Radical-Cedista (1934-1935) y su actuación en la campaña contra la revolución asturiana de octubre de 1934, a las órdenes del entonces coronel de Estado Mayor Antonio Aranda Mata, que le conocía desde su estancia en la Escuela Superior del Ejército y que le reclamó personalmente para que ocupase un puesto en su Plana Mayor. Y el tercero, su participación activa, desde su destino en el Estado Mayor de la VIII División Orgánica (La Coruña) en la conspiración cívico-militar que desembocó en la Guerra Civil.

La tercera etapa correspondió al conflicto civil. En esta contienda, Castañón actuó como capitán y más tarde como comandante de Estado Mayor, teniendo un papel destacado en la campaña del Cantábrico y en las operaciones que culminaron en la batalla del Ebro, así como en la conquista de Cataluña y Madrid, lo que le valió el ascenso a teniente coronel por méritos de guerra en 1941.

La cuarta etapa se desarrolló durante el franquismo, y en la misma destacaron dos hechos. El primero, su labor profesional en el ámbito civil, a la que accedió al pasar voluntariamente a la situación de “supernumerario sin sueldo” para integrarse en el Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, lo que supuso su cese como militar en activo. Durante su permanencia en ese cuerpo, participó en la reconstrucción de Villanueva de la Cañada (Madrid) y en otros proyectos arquitectónicos, como el edificio de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales, lo que le proporcionó un gran prestigio profesional. No obstante, también trajo como consecuencia que fuese superado por otros compañeros en el escalafón. Sin embargo, esta situación no tendría tanta trascendencia en su carrera militar como consecuencia del segundo hecho: la confianza que tenían en su persona el dictador. Así, en 1951 –tras volver al servicio activo– se convirtió en su ayudante personal. Nueve años después, tras su ascenso a general de brigada de Estado Mayor el 9 de abril de 1959, fue la persona elegida por el general Franco y Juan de Borbón para supervisar la formación del futuro rey, además de ejercer la función de enlace entre El Pardo y Estoril y continuar como ayudante del propio Franco. A partir de ese momento, se convirtió en una figura clave en lo que Laureano López Rodó denominó la “larga marcha hacia la monarquía”.

A la vez que realizaba esa función política, Castañón continuó su avance en el escalafón, alcanzando el 11 de junio de 1962 el empleo de general de división. Poco después, el teniente general Pablo Martín Alonso –ministro del Ejército y a cuyas órdenes se sublevó el 19 de julio de 1936– le nombró gobernador militar de la plaza y la provincia de Madrid y subinspector de tropas y servicios de la Primera Región Militar, un destino de gran importancia que demostraba la confianza del régimen franquista en la persona de este militar. Menos de un año después –el 3 de mayo de 1963–, recibía un mando operativo: el de la División de Infantería Guadarrama n.º 11. Al frente de esa gran unidad permaneció hasta su ascenso a teniente general el 22 de octubre de 1965. El destino que recibió entonces, si bien no tenía ninguna importancia desde el punto de vista militar, si lo tenía desde el político: la Jefatura de la Casa Militar de S.E. el Jefe del Estado. Castañón se convirtió a partir de ese momento y durante los tres años siguientes, en el militar más cercano y de máxima confianza de Franco; siendo –tras el almirante Carrero Blanco– la persona que más influyó para que se nombrase a Juan Carlos de Borbón como sucesor a título de rey el 22 de julio de 1969. 

Unos meses después, el 29 de octubre, Franco le nombró ministro del Ejército con la misión de tranquilizar a los militares no monárquicos y asegurarse la lealtad de sus unidades. En los cuatro años siguientes, Castañón modernizó la organización del Ejército, incluyendo la racionalización del servicio militar y el aligeramiento de mandos en las distintas unidades, así como el traslado de varios acuartelamientos fuera del casco urbano de las ciudades. No obstante, se opuso al proyecto del jefe del Alto Estado Mayor, teniente general Manuel Díez Alegría, que suponía la unificación de los tres ministerios militares existentes –Ejército, Marina y Aire– en un único departamento y la subordinación de las Fuerzas Armadas (FAS) al presidente del Gobierno; defendiendo, por el contraria, la presencia castrense en el Ejecutivo. Este proyecto también fue defendido por el entonces vicepresidente del Gobierno, almirante Luis Carrero Blanco, lo que produjo un desencuentro entre ambos militares. Por eso, cuando Carrero Blanco se convirtió en presidente del Gobierno en junio de 1973, Castañón, que ya se encontraba en la reserva, cesó como ministro. Tras salir del Gobierno, y aunque su carrera militar había concluido, se mantuvo en la esfera pública hasta el extremo de que su nombre se barajó como posible presidente del Gobierno tras el asesinato de Carrero Blanco.

La quinta etapa se desarrolló durante la Transición. Castañón era, a la muerte del general Franco, consejero nacional del Movimiento nacional por elección directa del dictador y por tanto procurador en Cortes. Como tal, votó en contra de la Ley para la Reforma Política el 16 de noviembre de 1976. Con esta decisión, el teniente general se opuso al proyecto de democratización que el presidente del Gobierno Adolfo Suárez había puesto en marcha con el apoyo del rey. No obstante, esto no significó que se rompieran sus relaciones con el monarca, aunque su postura ante el proceso de cambio político fuese muy crítica. Igualmente, mantuvo un intenso contacto con un militar de la máxima confianza de Juan Carlos I, el general de división Alfonso Armada Comyn –también supernumerario del Opus Dei–, al que había destinado al servicio del entonces príncipe de España en 1969. Esta relación permaneció incluso tras el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, visitándole en numerosas ocasiones cuando se encontraba retenido en Getafe y Madrid, en espera de juicio por esa operación golpista. Esta actitud llevó a Armada a escribir: “mi cariño y mi admiración van en aumento por su discreción y su afecto”.

Juan Castañón de Mena murió en Ayán (La Coruña) el 27 de abril de 1982.           

  

Fuentes y bibl.: Boletín Oficial del Estado, Escalillas del Cuerpo de Estado Mayor (Instituto de Historia y Cultura Militar); Hoja de Servicios del general del teniente general Juan Castañón de Mena (Archivo General Militar de Segovia).

L. López Rodó, La larga marcha hacia la monarquía, Barcelona, Noguer, 1977; A. Armada, Al servicio de la Corona, Barcelona, Planeta, 1983; J. Apezarena, Todos los hombres del Rey, Barcelona, Plaza & Janés, 1997; F. Puell De La Villa, Gutiérrez Mellado. Un militar del siglo XX (1912-1995), Madrid, Biblioteca Nueva, 1997; J. M. Cuenca Toribio, Conversaciones con Alfonso Armada: 23-F, Madrid, Actas, 2001; R. Muñoz Bolaños, 23-F: los golpes de Estado, Madrid, Ultima Línea, 2015.

 

Roberto Muñoz Bolaños

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