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Mariano Renovales y Rebollar

Biografía

Renovales y Rebollar, Mariano. Arcentales (Vizcaya), 30.VI.1774 – La Habana (Cuba), 21.V.1819. Militar, mariscal de campo.

Mariano Renovales y Rebollar nació en Arcentales, Vizcaya, el 30 de junio de 1774. Según una tradición familiar, después de una breve temporada de estudios en Medir pasó a Buenos Aires, donde en 1793 ingresaría como cadete en un regimiento de Caballería, y en el que alcanzó el empleo de alférez, participando en alguna de las expediciones contra los indios, en las que, según su biógrafo y sobrino-tataranieto —Sanjines— se distinguió por su valor en combate.

Después, en 1806, participó en la defensa y reconquista de Buenos Aires frente a los ingleses, distinguiéndose en la acción de Perdriel en julio de ese mismo año y, posiblemente en su defensa de 1807.

De todas estas acciones reseñadas por su sobrino tataranieto, sólo la acción de Perdriel está documentada, aunque no se especifica qué empleo militar tenía.

Tampoco figura en la relación de los ascendidos por méritos de guerra publicada en la Gaceta de Madrid el 6 de marzo de 1807.

Renovales volvió a España y el 14 de junio de 1808 se presentó en Zaragoza como sargento mayor de Caballería al frente de catorce soldados reclutados por él mismo, reconociéndole tal empleo el general Palafox.

Al día siguiente, en la Batalla de las Heras, se distinguió en la defensa de la Plaza de la Misericordia al frente de un grupo de civiles armados. Posteriormente volvió a distinguirse en la defensa de la Puerta de Santa Engracia y el 30 de junio en la de la batería del Portillo, como también lo hizo en la de la Puerta de Sancho el 2 de julio.

El 3 de agosto, Renovales se hizo cargo de la defensa del sector comprendido entre la Puerta del Sol y la Huerta de Santa Engracia, participando también en los combates que tuvieron lugar dentro de la ciudad durante los días 4 y 5 del mismo mes.

Después de levantado el sitio de Zaragoza, Palafox ascendió a coronel a Renovales, dándole el mando del Regimiento de Caballería Cazadores de Fernando VII y después el de Húsares de Aragón, que contaban con apenas un centenar de soldados.

Cuando Palafox abandonó Tudela y se encerró con su Ejército en Zaragoza, Renovales formaba parte del mismo y como tal participó en el segundo sitio de esa Plaza, que comenzó el 21 de diciembre de 1808.

Renovales se encontraba al mando del Convento de San José, guarnecido por los Regimientos de Cazadores de Orihuela y Valencia, desde donde participó en los intentos de salida de la guarnición de los días 31 de diciembre y 3 de enero. Batido después por la numerosa artillería enemiga, Renovales se retiró con su tropa del reducto establecido en el convento, pero por su valor en combate fue ascendido a brigadier por el general Palafox.

Después, los franceses llevaron a cabo un ataque casa a casa y día a día, distinguiéndose siempre Renovales por su valor, hasta que el 20 de febrero la Junta que había sustituido a Palafox aceptó la rendición de la Plaza tras cincuenta y dos días de asedio.

El 21 de febrero salió de Zaragoza la guarnición española prisionera camino de Francia (unos doce mil de los treinta y dos mil iniciales). Entre ellos marchaba Renovales, quien logró fugarse poco antes de llegar a Pamplona. A finales de marzo, o principios de mayo de 1809, Renovales se incorporó a las guerrillas que Pedro Vicente de Gambra (padre de Josefa, con quien contraería matrimonio el 29 de agosto de ese año) había organizado en el valle del Roncal. Los combates de esa guerrilla se mantuvieron hasta el 31 de agosto, en que Gambra se vio obligado a capitular ante los franceses.

Distinguido al frente de sus hombres en la Peña de Urbión el 21 de mayo, volvió a hacerlo en Lumbier el 15 de junio, manteniéndose combatiendo hasta principios de septiembre con independencia de Gambra, intercambiando escritos con los gobernadores militares franceses de Navarra, todos ellos ampulosos y altisonantes, como va a ser su estilo en toda su correspondencia y en los informes que remitirá sobre sus propias acciones.

Pacificado el Roncal, Renovales pasó al alto Cinca para continuar allí la lucha, marchando seguidamente a Cádiz. Allí convenció a Bardaxí, ministro interino de la Guerra, de las ventajas de una operación anfibia sobre la costa cantábrica. Convencido el ministro, éste le ofreció una brigada de las tropas españolas gallegas que mandaba el capitán general Mahy, más, al menos, un batallón de desembarco inglés. A ellos, Renovales pretendía unir numerosos voluntarios con los que creía contar en las Vascongadas.

Renovales fue ascendido a mariscal de campo el 10 de mayo de 1810, con antigüedad de 10 de marzo, por su actuación en la defensa de Zaragoza y dos meses más tarde, el 26 de julio, salió de Cádiz rumbo a Coruña, donde desembarcó el 18 de agosto, chocando con el capitán general, Mahy, quien sólo le facilitó un Batallón de Guardias Nacionales en lugar de la brigada que esperaba. Pese a las reticencias de Mahy, el almirante inglés Sir Home Popham le ofreció su apoyo, y el 14 de octubre se hizo a la vela para situarse el 16 frente a Gijón, donde desembarcó. El 21 estaba frente a Santoña, pero una fuerte tempestad obligó a la flota a volver a Vivero, donde naufragaron dos de sus navíos.

No desistió Renovales y, pese a la oposición de Mahy, marchó a pie al frente de sus tropas desde Vivero a Santander por el Puerto de Leitariegos, mientras parte de sus Batallones desertaron para unirse al Ejército de Galicia. Después de once días de marcha sobre la nieve, con apenas cuatrocientos hombres, llegó a La Liébana y allí montó su Cuartel General.

Afortunadamente para él, el 20 de febrero de 1811 la Regencia creó el VII Ejército, que debía encuadrar las tropas españolas de Cantabria, País Vasco, Navarra y La Rioja, poniendo a su frente a su paisano y amigo el general Mendizábal, y a Porlier encargado de su organización, con quien chocó reiteradamente, pese a lo cual logró encuadrar en su División a los voluntarios vascos y llevar a cabo algunas acciones.

El 29 de mayo de 1812, la Junta de Vizcaya le nombró comandante general de la Provincia, fijando su Cuartel General en Orduña. Combatió en Balmaseda, en las inmediaciones de Bilbao y en Orduña.

Posteriormente, el 2 de agosto, entró en Bilbao en compañía de Porlier y Mendizábal, combatiendo en sus alrededores después de abandonarla, para volver a entrar en ella el 9 de septiembre. Abandonada Bilbao otra vez más, se mantuvo combatiendo en sus proximidades con desigual fortuna, siempre discrepando en sus informes con los que cursaba Porlier.

El 12 de febrero de 1813, Renovales fue destinado al ejército de Cataluña, pero no llegó a incorporarse, porque en fecha indeterminada de abril cayó prisionero de los franceses en La Almendra, provincia de Salamanca. Conducido a Francia logró escapar a Suiza, desde donde se incorporó a los ejércitos aliados, volviendo a España en 1814 y nombrado vocal de la Junta de Revalidación de Empleos.

Envuelto en la “Conspiración del Triángulo” de Richard, huyó a Francia y de allí, en junio de 1816, volvió en secreto a Vizcaya para apoyar la de Lacy de abril de 1817, por lo que fue condenado a muerte en Consejo de Guerra. Renovales escapó de Vizcaya y en marzo de 1817 está en Bayona, desde donde pasó a Londres, punto de reunión de los liberales españoles y de los que conspiraban a favor de la independencia de la América Española.

En Londres su conducta fue equívoca. Primero, el 13 de diciembre de 1817, envió una carta a Bolívar ofreciéndose para luchar por la independencia de Venezuela; después se dirigió al embajador de España, duque de San Carlos, proponiéndole reunir a los oficiales españoles exiliados para encabezar con ellos una expedición contra los rebeldes americanos. El 30 de mayo de 1818 firmó un acuerdo con dicho embajador: llevaría a Nueva Orleáns, además de un nutrido grupo de oficiales, seis mil fusiles y cuatro mil sables, cuyo valor, estimado en 5000 libras, le pagaría el cónsul español de aquella ciudad, comprometiéndose a la vez a publicar un manifiesto a favor de la causa española a su llegada a América.

Pero a su llegada a Nueva Orleáns, pese al manifiesto grandilocuente que publicó, ni aparecieron las armas ni los oficiales y el Intendente de La Habana, tras abonarle 44.000 pesos, se negó a efectuar cualquier otro pago. Mariano Renovales se dirigió a esta última ciudad. Enfrentado con su capitán general, Cagigal, Renovales ingresó en la fortaleza de La Cabaña, falleciendo en ella el 21 de mayo de 1818.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Exps. personales y judiciales del general Renovales; Archivo Histórico Nacional, Estado, Consejos y Órdenes Militares; Archivo de Indias, Estado; Archivo del Palacio Real, Papeles Reservados del Rey Fernando VII; Servicio Histórico Militar, Cols. Duque de Bailén y del Fraile.

B. Díaz de Díaz, Clamores al Gobierno Español de los sucesos observados en la expedición cántabra, Cádiz, 1811; A. Alcalde Ibieca, Historia de los sitios que pusieron a Zaragoza en los años 1808 y 1809, las tropas de Napoleón, Madrid, Imprenta de D. M. de Burgos, 1830-1831, 4 vols. (ed. facs. Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1988, 4 vols.); P. de Angelis, Colección de obras y documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las Provincias del Río de la Plata, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1836-1837, 6 vols.; J. Gómez de Arteche, Guerra de la Independencia: Historia militar de España de 1808-1814, Madrid, Imprenta Crédito Comercial, 1868-1903, 14 vols.; L. Fernández, “La fuga del General Renovales”, en Boletín de la Real Sociedad de Amigos del País (San Sebastián) (1964); J. L. Franco, Política continental de España en Cuba, La Habana, Instituto de Historia, Academia de Ciencias, 1964.

 

Andrés Cassinello Pérez

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