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Antonio Remón Zarco del Valle y Huet

Biografía

Remón Zarco del Valle y Huet, Antonio. La Habana (Cuba), 30.V.1775 – Madrid, 20.IV.1866. Ingeniero militar, con actividades políticas y diplomáticas.

Su nacimiento se produjo de forma circunstancial en La Habana, pues en aquel momento, su padre, que era teniente coronel de Ingenieros, estaba destinado en la Secretaría de la Capitanía General de Cuba. Su madre fue Luisa Huet, también ligada a la familia militar, pues era hija del teniente general de Ingenieros Luis Huet.

Ya en la Península siguió la tradición militar de la familia y el 26 de julio de 1791 ingresó como cadete de menor edad en el Regimiento de Infantería del Príncipe, pasando a la situación de cadete con antigüedad, el día 1 de junio de 1797. Tres años después, el 10 de septiembre de 1800, ascendió a subteniente y con aquella Unidad militar y empleo recién recibido, participó en la Guerra de las Naranjas (1801), interviniendo en la acción del sitio y toma de Campo Maior (distrito de Portalegre). Posteriormente, y de acuerdo con el camino seguido por sus antecesores, tras haber realizado los pertinentes estudios de matemáticas, solicitó el ingreso en el Cuerpo de Ingenieros, lo que le fue concedido con antigüedad de 17 de febrero de 1803 y el nombramiento de subteniente de Zapadores. Con esa nueva situación pasó a continuar sus estudios en la Academia de Ingenieros de Alcalá de Henares, quedando al mismo tiempo destinado en el Regimiento Real de Zapadores Minadores. El 29 de mayo de 1804 ascendía a teniente de Zapadores, y el 30 de octubre del mismo año a teniente ayudante 2.º de Zapadores, siendo entonces además nombrado profesor de la Academia de Ingenieros de la ciudad complutense.

Dos años más tarde, en junio de 1806, fue destinado a Sanlúcar de Barrameda, donde desarrolló una importante actividad en la realización de infraestructuras de carácter público, como fue la intervención en la construcción del camino real entre esa población y la de Jerez de la Frontera o los proyectos de una dársena y un canal en la embocadura del río Guadalquivir y de tres canales de navegación para las poblaciones de Tribujena, Lebrija y las Cabezas de San Juan.

Mientras estaba desarrollando esa actividad, se produjo en Madrid el levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra la ocupación francesa, ante lo cual, el día 1 de junio Remón Zarco del Valle se dirigió hacia Sevilla, para unirse a las fuerzas alzadas en defensa de la independencia de la Patria, desarrollándose a partir de entonces un período de intensa actividad en su vida motivado por la participación en importantes acciones militares, en las que siempre dio muestras de gran valor y valía, y por las que recibió varios ascensos y reconocimientos.

Antes de haber transcurrido un mes desde que marchó a Sevilla recibía el ascenso a teniente ayudante 1.º de Zapadores (28 de junio de 1808) y como tal participó en la Batalla de Bailén (19 de julio de 1808), en la de Tudela (23 de noviembre de 1808) y en la retirada de Cuenca, a comienzos de 1809. En este último año, y al mando de una Compañía de Zapadores, intervino en el mes de enero en la Batalla de Vélez, en la Mancha, y en marzo fue uno de los ingenieros nombrados para componer la Brigada de Ingenieros encargada de formar el plan de defensa de Andalucía, siendo constante desde ese momento su presencia en el campo bélico del sur de España durante la contienda.

El 21 de mayo de ese mismo año de 1809 era ascendido a capitán 1.º de Zapadores y el 11 de agosto participó como tal en la Batalla de Almonacid formando parte de la 2.ª División mandada por el general Vigodet, siendo su actuación tan encomiable que se le recomendó al Gobierno y a su general en jefe.

En el mismo año volvió a tener otra actuación destacada mandando una Compañía de Zapadores y otra de Minadores en la tarea de construir los puentes para facilitar el paso del Ejército en Villamanrique del Tajo (Madrid), y por ello, y por haber acabado de destruirlos ya bajo el fuego enemigo, fue recomendado por el general en jefe. Estuvo luego en la Batalla de Ocaña (19 de noviembre de 1809) como Cuartel Maestre de la 2.ª División, donde una vez más su destacada actuación fue reconocida por el general en jefe de la División.

Algo después proyectó y realizó el campo atrincherado de Montizón (Jaén), de donde pasó a la ciudad de Jaén unos días antes de la pérdida de Sierra Morena, con el objetivo de atrincherar el lugar donde debía reconcentrarse el ejército. Sin embargo, ante los reveses producidos, recibió la orden del general en jefe de partir para Granada, para establecer personalmente con la Junta Provincial el plan de operaciones a seguir.

Algo después, y sirviendo en el Estado Mayor, participó en la expedición del General Lacy a la Serranía de Ronda, interviniendo en las acciones de Veradalid, Gaucín y en otras de menor entidad.

El 23 de junio de 1810 recibió el ascenso a teniente coronel ayudante 1.º de Estado Mayor y en agosto de ese año participó en la defensa de Murcia durante el ataque francés a la ciudad, interviniendo posteriormente en la acción de Baza y la retirada a Murcia del mes de noviembre.

En el siguiente año tomó parte en la expedición del general Lapeña que salió desde Cádiz a finales de febrero, actuando el 2 de marzo en la acción de Casas Viejas y el 5 del mismo mes en la batalla de Chiclana, recibiendo por su actuación los mayores elogios del general Lapeña, quien le comisionó para transmitir a las Cortes reunidas en Cádiz el resultado de la batalla.

Tras este episodio marchó con la expedición del capitán general Joaquín Blake hacia Niebla y Extremadura.

Durante el sitio aliado a la ciudad de Badajoz, lord Beresford le encomendó que elaborara la información sobre el movimiento de las tropas del general Soult, que desde Sevilla se dirigían a auxiliar a los sitiados. El informe de Zarco del Valle fue trascendental para la estrategia a seguir por las tropas españolas frente a esa columna, ya que gracias a él, los generales Blake, Castaños y Ballesteros, cambiaron la orientación del frente en los campos de La Albuera, lo que contribuyó a la victoria sobre los franceses (16 de mayo de 1811), siendo ascendido por esa acción al grado de coronel del Ejército con antigüedad de 26 de mayo de 1811, continuando al mismo tiempo como capitán de Ingenieros.

Permaneció con la expedición en la retirada del ejército hacia el Condado de Niebla y el intento de tomar la ciudad de Niebla el 1 de julio de 1811, prosiguiendo con la misma expedición hacia Granada, Murcia y Valencia, combatiendo en la Batalla de Sagunto (25 de octubre de 1811). Durante los dos meses en que Suchet mantuvo el sitio de Valencia, Remón Zarco del Valle intervino en diferentes escaramuzas que se llevaron a cabo contra los sitiadores, participando el 16 de diciembre en la Batalla de Cuarte y en la posterior defensa de Valencia, donde el 10 de enero de 1812 fue hecho prisionero. Conducido en tal condición a Francia, logró fugarse, regresando a España en junio de 1814 donde se reincorporó al servicio en el Estado Mayor y en el Cuerpo de Ingenieros, si bien en este último con el ascenso a teniente coronel de Zapadores, que se le concedió con antigüedad de 30 de septiembre de 1812, momento en el que estaba prisionero en Francia.

En mayo de 1815, tras algo más de un año de haber finalizado la guerra contra el francés, fue nombrado secretario del general Castaños, entonces capitán general de Cataluña, y el día 30 de ese mes recibió el ascenso al empleo de brigadier. Durante el período de los Cien Días de la restauración napoleónica entró en Francia con el Ejército de la derecha, habiendo contribuido eficazmente al éxito de la campaña, lo que le fue reconocido por una real orden de 11 de enero de 1816.

El pensamiento liberal de Remón Zarco del Valle hizo que con la instauración del llamado Trienio Liberal comenzara a desarrollar una etapa en la que intervino en política y en actividades científicas y culturales.

De este modo recibió el nombramiento como secretario de la Diputación en Madrid de la Sociedad Económica de Lucena y con fecha de 20 de marzo, el de ministro interino de la Guerra, puesto que ocupó hasta que accedió al cargo Pedro Agustín Girón y las Casas, duque de Ahumada y marqués de las Amarillas, pasando en ese momento Remón Zarco del Valle a ocupar el cargo de subsecretario del Ministerio.

Al año siguiente, el 8 de febrero de 1821 era ascendido a mariscal de campo, y ya con esa graduación, fue nombrado ministro de España en Nápoles, si bien no llegó a hacer efectivo el cargo pues antes fue designado jefe político de Cataluña.

Durante los años 1822 y 1823 fue miembro de la Asamblea Suprema de la Orden de San Fernando y capitán general de Aragón, ocupando este último cargo entre el 29 de enero de 1822 y mediados del mismo mes del año 1823, año este último en el que también fue elegido diputado por su ciudad natal de La Habana. Pero poco después, con el cambio de situación política, la estrella de Remón Zarco del Valle se debilitó temporalmente. Su posición de cercanía ideológica al gobierno liberal hizo que cuando éste abandonó Madrid y se dirigió hacia Cádiz ante los triunfos de los Cien Mil Hijos de San Luis, también marchara con él el general Remón Zarco del Valle, quien además fue designado segundo jefe de las tropas del general Zayas en Andalucía. Finalmente, la caída del gobierno liberal supuso para Remón Zarco del Valle el confinamiento en Burgos y la destitución del empleo de mariscal de campo.

Dos años después, en 1825, y cuando las circunstancias políticas se iban serenando, se instaló en Madrid, desarrollando entonces una etapa en la que de una manera más continuada se ocupó del estudio de temas militares, científicos y literarios que tuvieron una amplia repercusión en sus posteriores actividades.

Al cabo de otros dos años, una real orden de 19 de mayo de 1827 aprobaba la conducta política y militar de Remón Zarco del Valle durante el Trienio Liberal, por lo que en fecha de 22 de junio de ese mismo año se le concedió destino militar en Madrid.

Los cambios políticos surgidos tras la muerte de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833) tuvieron una amplia repercusión en la vida de Remón Zarco del Valle, pues casi inmediatamente volvió a brillar su estrella, y así recuperó el cargo de mariscal de campo (6 de octubre de 1833) y fue nombrado gobernador de Cartagena, aunque no llegó a tomar posesión de este cargo, pues durante el gobierno de Cea Bermúdez fue designado ministro interino de la Guerra el 15 de noviembre de 1833, haciendo efectivo el cargo el día 6 de enero de 1834. Con el advenimiento del gobierno de Martínez de la Rosa (15 de enero de 1834) continuó en el cargo hasta el 2 de noviembre de este año de 1834. También con el gobierno de Cea Bermúdez fue nombrado ministro interino de Marina, puesto que ocupó entre el 16 de noviembre de 1833 y el 15 de enero de 1834.

Desde el puesto de ministro de la Guerra se encargó especialmente de la represión del partido carlista, tarea que continuó en 1835 como inspector general de los Ejércitos del Norte y la organización de la llamada “Quinta de Mendizábal” (octubre de 1836), completando entre tanto su carrera militar al ser ascendido al empleo de teniente general en fecha 10 de julio de 1836.

Más tarde fue elegido senador por Málaga, cargo que juró el 26 de noviembre de 1838, continuando así además de sus actividades propiamente militares, con las políticas, diplomáticas y científicas, algunas de cuyas actuaciones tuvieron gran relevancia. Dentro de estas actividades, unos años después tuvo unos reconocimientos oficiales al ser elegido en 1843 secretario de la Academia Matritense de Legislación y Jurisprudencia y académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Un año después asumía otro importante puesto en la organización del Cuerpo de Ingenieros, al ser designado ingeniero general, cargo que ocupó en dos períodos que fueron de 1844 a 1848 y de 1849 a 1854, desarrollando entonces una trascendental tarea en la organización del Cuerpo y en la mejora de las edificaciones militares que estaban a cargo del mismo, mereciendo ser citados entre otros, los proyectos de “cuarteles tipo” que, en 1847 para el Arma de Infantería, y en 1848 para las de Caballería y Artillería montada, plantearon una renovación de los acuartelamientos españoles que lamentablemente no pudo ser llevado a cabo por cuestiones económicas, pero que habría resuelto muchos de los problemas con los que se enfrentó el Ejército español del siglo xix. Desde ese cargo también tuvo que acometer la difícil tarea de la transformación de los edificios religiosos desamortizados para convertirlos en edificios militares, por lo que la labor que desarrolló desde ese puesto ha tenido una gran trascendencia hasta nuestros días en el terreno de la arquitectura militar y de la religiosa.

Igualmente fue él quien desde la función de ingeniero general apoyó la Comisión de Historia del coronel José Aparici y García, encargada de recopilar los documentos referentes al Cuerpo de Ingenieros existentes en el Archivo de Simancas con la finalidad de que sirvieran para la posterior redacción de la Historia del Cuerpo; esa recopilación ha sido de una gran ayuda a posteriores investigadores a través de la llamada “Colección Aparici”, que se conserva en el Instituto de Historia y Cultura Militar.

Procede señalar ahora que ese período entre 1848 y 1849 en que no ocupó el cargo de ingeniero general se debió a que se le confió la trascendental misión de conseguir el reconocimiento de Isabel II por parte de las potencias extranjeras, lo que logró con rotundo éxito ante los gobiernos de París, Berlín, Viena y San Petersburgo.

Unos años antes, en 1845, había sido designado senador vitalicio, y en 1846 académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Su labor de estudio y apoyo a la ciencia tuvo su recompensa más alta en 1847, cuando por una Real Orden de 4 de marzo, fue nombrado académico fundador de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, leyendo su discurso de ingreso el 22 de junio de 1851 con el título de Condiciones favorables que España reúne, por su posición geográfica y su topografía física, para el cultivo de las Ciencias, aunque antes de esto, y al ser recién fundada la institución, fue elegido en fecha de 8 de marzo de 1848 presidente de dicha Academia, cargo que ostentó hasta su muerte en 1866; con ello fue el primer presidente de la institución, lo que por otra parte señala el alto nivel científico y cultural de gran parte de los miembros del Ejército en aquellos años, y de una forma singular de los integrantes del Cuerpo de Ingenieros.

Por sus conocimientos y saber formó parte de otras numerosas academias y sociedades científicas, artísticas y literarias: Real Academia de la Historia, Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, Academia de Buenas Letras de Barcelona, Academia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, Academia de Bellas Artes de la Concepción de Valladolid, Academia Matritense de Legislación y Jurisprudencia, Sociedad Geológica de Francia, Sociedades Económicas matritense, aragonesa, de Jaén, de Lucena, de Baena, de Granada, de Pontevedra, de Puerto Rico y de La Habana.

Fue gentilhombre de cámara de S. M. y recibió numerosas condecoraciones civiles y militares, tanto nacionales como extranjeras. Entre las nacionales: Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, caballero de Primera Clase de la Real Orden Americana de Isabel la Católica, caballero de la Orden militar de San Hermenegildo, por tres veces fue designado caballero de Primera Clase de la Real y Militar Orden de San Fernando, obtuvo las cruces de Distinción de las Batallas de Bailén, Aranjuez, Almonacid, Chiclana y La Albuera, las cruces de Distinción del Segundo y Tercer Ejército de la Guerra de la Independencia y por dos veces fue nombrado benemérito de la patria.

Entre las condecoraciones extranjeras: Gran Cruz de la Orden Militar de San Benito de Avis de Portugal, Gran Cruz del Águila Roja de Prusia, Gran Cruz de Leopoldo de Austria, Gran Cruz de los Santos Mauricio y Lázaro de Cerdeña y la francesa Legión de Honor.

En 1860 fue nombrado caballero del Toisón de Oro.

El 20 de abril de 1866 fallecía en Madrid el general Remón Zarco del Valle tras una dilatada vida de servicio a la Patria, tanto desde su profesión de militar, como también desde la política, la diplomacia y la cultura. Su celebridad, y especialmente su lealtad a la Corona habían sido tal que incluso treinta años después de su desaparición, el 26 de junio de 1895, la reina regente María Cristina de Austria, en nombre de Alfonso XIII, concedió el título de marqués de Zarco al hijo del general, Mariano Remón Zarco del Valle, en memoria y agradecimiento a su padre, cuyo recuerdo permanecía imborrable, manteniéndose éste en la actualidad en el Cuerpo de Ingenieros, uno de cuyos cuarteles más importantes, el del Regimiento de El Pardo, lleva su nombre.

 

Obras de ~: Necrología. El Teniente General don Luis María Balanzat, Manila, 1843; Colecciones de Órdenes Generales dadas por[...] el Ingeniero General, Madrid, 1845; Discurso pronunciado en la Comisión del Congreso encargada de proponer un plan de caminos de hierro para España, Madrid, Imprenta Nacional, 1850; Condiciones favorables que España reúne, por su posición geográfica y su topografía física, para el cultivo de las Ciencias (Discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales), Madrid, 1851; Discurso[...] en el acto solemne celebrado el día 11 de diciembre de 1852, en el salón de la Academia de Ingenieros, Madrid, 1853; Improvisación[...] en el momento de darse sepultura al cadáver del[...] Marqués de las Amarillas, Madrid, 1857; Discurso en contestación al del Sr. Don Felipe Naranjo y Garza, Madrid, 1857; Discurso con motivo de su tercera reelección, Madrid, 1857; Discurso en contestación al del Sr. Rico y Sinobas, Madrid, 1859; Ojeada militar sobre la parte de la Península española correspondiente a la Capitanía General de Castilla la Vieja, Madrid, 1880 (obra póstuma); Noticia sucinta de las avenidas de Sierra Morena, llamadas de Despeñaperros á Montizón, s. f. (inéd.); Croquis del camino real de Santa Elena á la Venta de Cárdenas, s. f. (inéd.); Observaciones militares acerca de los medios de defensa que presenta el centro de las Andalucías por donde penetran las avenidas de la Mancha, y Movimientos que deben hacer las tropas que defiendan la Sierra Morena, en caso de ser forzadas á replegarse hasta la orilla izquierda del Guadalquivir, s. f. (inéd.).

 

Bibl.: P. Saiz Castellanos, Anotaciones sobre las campañas de Cataluña de 1822 y 23, Veracruz, 1828; J. de la Pezuela, Diccionario geográfico, estadístico, histórico de la isla de Cuba, Madrid, Imprenta del Establecimiento de Méllado, a cargo de don Joaquin Bernat, 1863-1866; B. Moratilla, Estadística del personal y vicisitudes de las Cortes y de los Ministerios de España, Madrid, Imprenta y fundición de la viuda é hijos de J. A. García, 1880; E. Páez Ríos, Iconografía hispana, Madrid, Biblioteca Nacional, 1966; A. Gil Novales (dir.), Diccionario biográfico del Trienio Liberal, Madrid, Ediciones el Museo Universal, 1991; B. Pellistrandi, Un discours national: la Real Academia de la Historia entre science et politique (1847-1897), Madrid, Casa de Velázquez, 2004, págs. 423-424.

 

Jesús Cantera Montenegro

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