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José Casares Gil

Biografía

Casares Gil, José. Santiago de Compostela (La Coruña), 10.III.1866 – 21.III.1961. Farmacéutico y químico.

Su padre era el catedrático de Química Antonio Casares y Rodríguez, que orientó al hijo en sus estudios.

Obtuvo el grado de bachiller el 26 de junio de 1879 y el de licenciado en Farmacia por la Universidad de Santiago de Compostela el 21 de junio de 1884 con Premio Extraordinario. Simultaneó los estudios de Farmacia con los de Ciencias en Salamanca, en la que se examinaba como alumno libre.

Dos años después, el 9 de enero de 1886, fue nombrado ayudante de la Facultad. Se graduó como doctor en Farmacia el 28 de febrero de 1887 con un tema sobre la disociación. En el programa de licenciatura de Farmacia se incluyó la asignatura de Análisis químico y optó a la cátedra de esa materia con 22 años de edad. Superó los ejercicios y en 1888 se le nombró catedrático de Análisis químico en la Facultad de Farmacia de Barcelona, donde permaneció varios años y fue decano. Por concurso de traslado pasó a la Facultad de Farmacia de Madrid, de la que fue decano muchos años y en la que se jubiló en junio de 1936. Terminada la Guerra Civil, y a pesar de estar jubilado, siguió desempeñando el decanato debido al prestigio de que gozaba y a su posición política conservadora.

Para perfeccionar su formación viajó al extranjero, pagándose los gastos. Su primer viaje fue a Alemania, donde en 1896 trabajó con Johann Friedich Adolf von Baeyer. Allí entró en contacto con las teorías de Kekulé y completó su formación realizando investigaciones y consultando las revistas donde los químicos alemanes publicaban sus trabajos. En 1898 viajó a Múnich y trabajó con F. K. Johannes Thiele sobre el estriol y con Franz Soxhlet sobre los métodos analíticos de interés para la agricultura. Sus contactos con la Universidad de Múnich hicieron que esa institución le nombrase profesor honoris causa, una distinción que tenían muy pocos profesores.

En 1900 leyó el discurso inaugural del curso 1900-1901 en Barcelona y expuso la necesidad de reformar la enseñanza de la Química, modernizándola y adoptando los métodos de trabajo implantados en Alemania, que daban espléndidos resultados. En 1902 viajó por Estados Unidos durante todo el año, pero la situación de la Química estadounidense le defraudó y la encontró en un nivel inferior al europeo, sobre todo al alemán. Allí conoció a Alexander Smidt.

Durante su estancia en Barcelona fue nombrado académico de número de las Reales Academias de Ciencias y Artes y de la de Medicina y Cirugía. La primera le eligió académico numerario el 6 de diciembre de 1911. Tomó posesión el 13 de junio de 1913. En la segunda tomó posesión el 1 de diciembre de 1918. En Madrid ingresó en el Real Colegio de Farmacéuticos de Madrid, que cuando se constituyó en Real Academia de Farmacia le nombró académico numerario y más tarde presidente. Fue director del Instituto Nacional de Física y Química.

La Real Academia de Ciencias de Madrid le eligió académico numerario el 6 de diciembre de 1911.

Leyó el discurso de ingreso el 15 de junio de 1913: La valencia química y utilidad de este concepto en la ciencia. Volvió a Alemania en 1920 y trabajó con Richard Willstäter. En 1924 viajó a Sudamérica y América Central y dio una serie de conferencias que alcanzaron mucha relevancia, sobre todo las impartidas en Montevideo. Durante su estancia en la capital de Uruguay, la Facultad de Medicina designó una comisión de honor presidida por el decano, Manuel Quintela, y los consejeros farmacéuticos Armando Bocage y Francisco della Crocce. En Montevideo dio conferencias sobre la evolución de la Química durante el siglo XIX, la teoría de Arrhenius, la catálisis, los coloides, la constitución de la materia, los análisis de las aguas minerales, la radiactividad y la formación de los químicos. Casares ocupó en Montevideo la cátedra de la Cultural Española, designado por la Junta para la Ampliación de Estudios, que presidía en aquel entonces Ramón y Cajal. Casares deslumbró a sus colegas y oyentes con unas conferencias que combinaban los resultados de la investigación química con observaciones históricas y reflexiones sobre la formación de los químicos y anécdotas sobre sus estancias en Alemania. El Consejo de la Facultad de Medicina le designó profesor honorario de la Facultad y la Asociación de Química y Farmacia lo declaró huésped grato y socio honorario. La Asociación de Estudiantes de Farmacia lo invitó a inaugurar el ciclo anual de conferencias. Casares eligió como tema la “Vía seca”.

La Asociación Cultural Universitaria le solicitó una conferencia que no fuera científica y Casares disertó sobre Recuerdos de un viaje por Islandia.

Su último viaje a América fue a Estados Unidos y Canadá, al frente de una comisión designada por la junta constructora de la Ciudad Universitaria de Madrid.

De sus viajes aprendió que era necesario salir al extranjero para completar la formación de los universitarios españoles. Defendió que éstos se especializasen en el extranjero y que conociesen los idiomas que les permitieran viajar y leer las revistas de interés y comunicarse con los profesores de otros países. Inspirándose en el modelo alemán, que siempre le pareció el mejor, defendió que el Estado financiase generosamente la formación de los alumnos y profesores españoles en el extranjero.

El 24 de enero de 1940 fue designado presidente de la Real Academia de Ciencias y ocupó el cargo hasta el 14 de junio de 1958, en que renunció a la presidencia.

Fue director del Laboratorio Central de Aduanas, vocal del Real Consejo de Sanidad, presidente de la Real Sociedad Española de Física y Química, individuo de la Junta de Aranceles y senador del reino por la Universidad de Santiago de 1905 a 1919.

Su actividad investigadora no fue muy extensa y sólo una veintena de sus trabajos son originales de investigación. Al final de su vida se lamentaba de que sus múltiples cargos universitarios y políticos le hubieran impedido dedicar más tiempo a la actividad investigadora. Varios de sus trabajos de investigación están dedicados a los análisis de aguas. El grupo más importante es el dedicado a la determinación del flúor. Otros versan sobre el ácido naftálico y el tiosulfúrico.

Más importante fue su labor pedagógica: sus textos docentes se editaron muchas veces y fueron consultados por los estudiantes y recomendados por los profesores. Varias generaciones de farmacéuticos han aprendido Análisis químico y Técnica física en las obras de Casares, sobre todo en el Tratado de Técnica Física, Madrid, 1908, 1916, 1924 y 1932 y en los dos tomos del Tratado de Análisis Químico. El primer tomo estaba dedicado al Análisis cualitativo mineral y se publicó en Madrid, 1911, 1916, 1923 y 1933. El segundo tomo exponía los métodos de Análisis cuantitativo, Madrid, 1912, 1921, 1927 y 1935.

Realizó en el Análisis químico una tarea parecida a la emprendida en sus disciplinas por Ramón y Cajal y por Carracido. Comprobó que los científicos españoles salían mal preparados y que no estaban en condiciones de intercambiar sus conocimientos con sus colegas extranjeros. Sobre todo, advirtió que la enseñanza en España era más teórica que práctica y denunció que los profesores apenas investigaban, entre otras cosas por falta de financiación y por las deficiencias de las instalaciones. Como otros reformistas, propuso medidas para poner la Ciencia española al mismo nivel que la más avanzada, que para él era la alemana. Su orientación práctica hizo que no entrase en debates teóricos sobre la decadencia de España y que enfocase el problema desde un punto de vista técnico.

La clave del atraso de la Ciencia española era para él una consecuencia de que la Universidad formaba mal a sus científicos. Predominaban la intuición, la inspiración y un saber desvinculado de la investigación.

Propuso un enfoque copiado del alemán: observación, experiencia, razonamiento, disciplina, laboriosidad y financiación estatal.

Expuso la necesidad de adoptar el modelo alemán en varias conferencias y discursos, como la conferencia dictada en Montevideo Cómo se forma un químico, y el discurso Algunos recuerdos históricos sobre la química de la segunda mitad del siglo XIX, que leyó en la sesión inaugural del XVI Congreso de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, celebrado en Zaragoza en 1940. En la conferencia montevideana, Casares todavía estaba en activo y proponía la reforma de la enseñanza de la Química en España a partir de sus experiencias de juventud en Alemania.

En su discurso inaugural de 1940 ya era un jubilado que se refería con nostalgia a sus viajes a Alemania y a sus propuestas de reformar la Ciencia española, que no habían sido atendidas.

Casares daba mucha importancia a su estancia en Alemania junto al maestro Baeyer. El modelo alemán le deslumbró. Admiraba a Adolfo Baeyer y sus métodos de trabajo y enseñanza. Los laboratorios alemanes le parecieron mucho mejor instalados y surtidos que los españoles, aunque los instrumentos muchas veces eran viejos. Los alumnos leían los libros de la biblioteca pagando una pequeña cantidad y podían llevárselos a su domicilio. Baeyer era extremadamente puntual y se dedicaba en cuerpo y alma a su trabajo sin distraerse jamás, hasta el punto de que rechazaba a los alumnos que tenían otras aficiones además de la Química. Le pareció admirable que los mejores profesores impartiesen las clases más generales y que los profesores de menor rango se dedicasen a temas más especializados, al revés que en España. También le parecía acertado el sistema de retribución de los profesores, que cobraban mucho más que en España, por lo que podían dedicarse en exclusiva a la Química.

Lo que más admiraba era la orientación práctica de los estudios, el que se repitieran las analíticas hasta tres veces para aprobar sus resultados, el que la enseñanza fuera experimental y que los profesores se dedicaran ante todo a la investigación. El doctorado, que en España consistía en realizar unas asignaturas complementarias y una tesis de escaso mérito, era en Alemania un trabajo de investigación de gran altura.

Casares aprendió las ventajas del modelo alemán de doctorado en 1900, cuatro años después de su primera estancia en Alemania. Mientras que el doctorado en España apenas tenía utilidad, en Alemania abría las puertas de la gran industria química y farmacéutica, que se disputaba a los doctores en Química porque tenían una excelente formación experimental.

También le parecía una idea excelente que los cursos fueran caros y los alumnos pagasen directamente a sus profesores, y que existiese un generoso sistema de becas para ayudar a los alumnos sin recursos y a los mejores estudiantes.

Su discurso en Zaragoza, 1940, es el propio de un hombre cansado que ha perdido el entusiasmo y evoca con nostalgia su vida de docente e investigador.

Reitera las impresiones de sus estancias en Alemania, pero ya no tiene esperanzas y es consciente de que la situación de la Ciencia en España, tras la Guerra Civil, es precaria. Su admiración por Alemania le hace tener palabras elogiosas para un país que conoció en su fase de esplendor, antes de la Primera Guerra Mundial y que en 1940 le seguía pareciendo un modelo que seguir: “El Múnich de 1920 no era el alegre Múnich de 1896; pero al dejar Alemania, yo estaba bien convencido que llegaría el de 1940”.

Casares, que había militado antes de la guerra en el Partido Conservador, colaboró con la Junta Nacional en Burgos y su influencia política le permitió ser decano de la Facultad de Farmacia de Madrid, a pesar de estar jubilado, y acceder a la dirección del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

 

Obras de ~: Elementos de análisis químico cualitativo mineral, Barcelona, 1897; “El espectroscopio y sus principales aplicaciones”, en Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, 21 (1897), pág. 177; “Esteban Quet Puigvert”, en El Restaurador Farmacéutico, 52 (1897), pág. 145; Fundamentos que sirven de base a las fórmulas de estructura y de la importancia de las mismas en la biología. Discurso en la Real Academia de Medicina de Barcelona, Barcelona, 1898; “La enseñanza en Alemania”, en La Farmacia Española, 32 (1900), págs. 705 y 721; “Informe referente a la memoria del doctor don José Prats Aymerich, titulada Monografía de Largon”, en Memorias de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona (MRACAB), 2 (1901), pág. 29; “Análisis de algunas aguas minerales de España”, en MRACAB, 4 (1902), pág. 327; “Sobre la presencia de metano en las aguas minerales de Tona (Barcelona)”, en Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural (BRSHN), 2 (1902), pág. 232; “Sobre la presencia de manganeso en proporción notable en un agua mineral de Gerona”, en BRSHN, 2 (1902); “Análisis de las aguas termales de Tamarite”, en BRSHN, 4 (1904), pág. 162; Análisis químico cualitativo mineral, Barcelona, 1905; Necrológica de don Federico Tremols y Borrell, Barcelona, 1905; “Análisis de las aguas minerales de la Toja”, en MRACAB, 5 (1905), pág. 75; “Reorganización de la Facultad de Farmacia”, en La Farmacia española (LFE), 37 (1905), pág. 33; “La enseñanza de las ciencias experimentales”, en LFE, 39 (1907), pág. 40; Técnica Física de los aparatos de aplicación de los trabajos químicos, Madrid, 1908; Análisis químico de las aguas de Alceda, 1908; Memoria médica sobre las aguas de Alceda-Ontaneda, 1908; Tratado de análisis químico, Madrid, 1909 (1911, 1912, 1916, 1921, 1923, 1935; Santiago, 1923; Toledo, 1927); Consideraciones acerca de algunos métodos empleados en el análisis de aguas minerales, Madrid, 1909; “Discurso inaugural de la sección de ciencias físico-químicas del tercer congreso para la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias”, en LFE, 43 (1911), págs. 529, 545 y 561; con S. Piña de Rubiés, “Análisis de las concreciones de los géiseres y fuentes del Yellowstome-Park”, en Anales de la Sociedad Española de Física y Química (ASEFQ), 10 (1912), pág. 18; con S. Piña de Rubiés, “Observaciones sobre la determinación del grado hidrotimétrico en aguas de gran dureza”, en ASEFQ, 11 (1913), pág. 562; La valencia química y la utilización de este concepto en la ciencia, Madrid, 1913; “Los progresos del análisis químico”, en LFE, 46 (1914), págs. 433, 449 y 465; “Sobre una pretendida alteración de ciertas aguas minerales”, en LFE, 47 (1915), págs. 424, 440 y 457; Tratado de Técnica Física, Madrid, Est. Tipográfico de los Hijos de Tello, 1916 (1924, 1932); La acidez actual y su evolución, Madrid, Sucesor de Enrique Teodoro, 1917; Tratado de química elemental y nociones de análisis cualitativo mineral, Madrid, Eduardo Arias, 1917; Relaciones entre los progresos de la química y de la Medicina. Discurso leído en la Real Academia de Medicina, Madrid, 1918; “Adolfo von Baeyer”, en ASEFQ, 16 (1918), pág. 151; con A. Tostet, “Sobre la investigación y determinación cuantitativa el bromo, especialmente en las aguas minerales”, en ASEFQ, 16 (1918), pág. 226; con J. Renero, La hidrogenación total del ácido naftálico, Madrid, 1922; De la ciencia, de su importancia y en particular de Química. Discurso en la Universidad Central, Madrid, 1922; con J. Beato, Sobre la estabilización del ácido tiosulfúrico en presencia del clorhídrico fumante, 1924; Impresiones de mi viaje por la América Española, Madrid, 1925; Conferencias, Montevideo, 1925; “Sobre la importancia del perfeccionamiento de los métodos analíticos”, en El Monitor de la Farmacia, 32 (1926), pág. 3; Sobre la investigación del flúor en las aguas minerales, 1929; Sobre la determinación del flúor por transformación del fluoruro de silicio, Madrid, 1929; Método rápido para descubrir y determinar el flúor en las aguas minerales, Madrid, 1930; con R. Casares López, “Sobre la investigación cualitativa del flúor en los huesos”, en ASEFQ, 28 (1930), pág. 910; Contribución al estudio del llamado sulfuro de hierro feloidal, Madrid, 1933; con T. Salinas, Sobre la determinación cuantitativa del flúor y su aplicación a algunos productos naturales, Madrid, 1935; Sobre la significación del símbolo pH y su determinación, Madrid, 1935; Observaciones sobre la investigación de ácidos nitrosos y nítrico en las aguas potables, Madrid, 1936; Algunos recuerdos históricos sobre la química de la segunda mitad del siglo XIX, Madrid, 1940; Métodos oficiales de análisis de alimentos, Madrid, 1940; “Necrología de don Luis Bermejo”, en ASEFQ, 37 (1941), pág. 147; “Una anécdota química (El armario del olvido)”, en Boletín Informativo del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España, 2 (1942), pág. 7; “Discurso dado en la Universidad de Oporto en ocasión de ser nombrado doctor honoris causa de aquella Universidad”, en Anales de la Real Academia de Farmacia, 9 (1943), pág. 538; “Discurso dado en la embajada de España en Lisboa el 29-6- 1943”, en Anales de la Real Academia de Farmacia, 9 (1943), pág. 563; Química farmacéutica por el doctor Ernesto Schmidt, Barcelona, s. f.: Análisis químico, Barcelona, s. f.

 

Bibl.: F. Burriel Martí, “Nota biográfica del Excmo. Sr.D. José Casares Gil”, en Anales de Física y Química, 43 (1947), págs. 801-826; R. Portillo, “El maestro José Casares Gil”, en La química a fines del siglo XIX, Madrid, 1952, págs. 7-24; R. Roldán Guerrero, Diccionario biográfico y Bibliográfico de autores farmacéuticos españoles, vol. I, Madrid, 1958-1963, págs. 591-604; J. M. López Piñero et al., Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. I, Barcelona, Península, 1983, págs. 188-190; J. Puerto, “Química y Farmacia” y A. Sánchez Moscoso, “El farmacéutico español ante la problemática bromatológica” en G. Folch, J. M. Suñé y J. L. Valverde, Historia General de la Farmacia, t. II, Madrid, Sol, 1986, págs. 648-649 y 659- 660 respect.; J. Puerto, El mito de Panacea, Madrid, Doce Calles, 1997, pág. 608; Giral, el domador de tormentas. La sombra de Manuel Azaña, Madrid, Corona Borealis, 2003, págs. 23, 61 y 80.

 

Juan Esteva de Sagrera

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