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Darío de Regoyos Valdés

Biografía

Regoyos Valdés, Darío de. Ribadesella (Asturias), 1.XI.1857 – Barcelona, 29.X.1913. Pintor, grabador, xilógrafo y litógrafo.

Nacido en una familia de clase media, su padre, Darío de Regoyos y Molenillo, natural de Cabezón de Pisuerga (Valladolid), era ayudante de Obras Públicas en Asturias; en su desempeño, participó en el tendido de ferrocarriles. En Madrid se ocupó de la urbanización de los barrios madrileños de Argüelles (en el que se estableció con su familia) y Pozas. Además de su dedicación a la arquitectura ocupó algún cargo público y era diputado provincial de Madrid cuando falleció, en 1876. Su madre, la gijonesa Benita Valdés Sieres, estaba relacionada con la burguesía de aquella villa asturiana. Darío pasó su infancia en Asturias y se trasladó con su familia a Madrid, donde estudió el bachillerato y mostró interés por la pintura y la música. En 1877 se matriculó en la asignatura de Paisaje elemental que impartía Carlos de Haes en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid. Dos años después, su amigo el violinista Enrique Fernández Arbós le invitó a visitar Bruselas, capital en la que seguía estudios de música junto con Isaac Albéniz. Allí, Regoyos participó en la intensa vida artística de la ciudad. Asistió a las reuniones que organizaba en su casa el abogado y escritor Edmond Picard, destacado mecenas y coleccionista, y entabló especial amistad con el pintor Théo van Rysselberghe, quien le retrató varias veces y, después, con el poeta Émile Verhaeren. Además, conoció a Camille Lemonnier, en cuyo homenaje participó tocando la guitarra, y a Georges Rodenbach y Maurice Maeterlinck, entre otros escritores de la Jeune Belgique. También se matriculó, en septiembre de 1879, en la Academia de Bellas Artes, en la que eran profesores los pintores Jean-François Portaels y Van Severdonck, y acudió al estudio de Joseph Quinaux, en Bruselas, a quien juzgaba su único maestro, y que le aconsejó que jamás copiara sino la naturaleza.

En 1881 se inscribió en L’Essor, grupo de artistas del que formaban parte algunos de sus amigos, y participó en las exposiciones que organizaron en 1882 y 1883. En 1882 viajó por España en compañía de Van Rysselberghe, del pintor (y luego escultor) Constantin Meunier, y del hijo de éste, Karl, a los que se les unieron en Madrid (donde visitaron el Museo del Prado) el pintor Frantz Charlet y el crítico de arte Lucien Solvay; Regoyos viajó, además, por el sureste y el sur de España. Al año siguiente expuso en Bruselas, con Charlet y Van Rysselberghe, los estudios realizados durante el viaje, que obtuvieron el aprecio de la crítica.

En ese año también participó en la Exposición Trienal de Gante y, al siguiente, en el Salón de Bruselas.

En el verano de 1883 varios miembros de L’Essor fundaron Les XX, grupo decisivo en el auge de las artes plásticas en Bélgica y que obtuvo difusión entre los círculos más modernos del arte europeo a través de las importantes exposiciones que organizó durante los años siguientes. Regoyos se adhirió por carta, pues se hallaba en Guipúzcoa. Entre los artistas que formaron el núcleo inicial, se encontraban Van Rysselberghe, Charlet, Willy Schlobach, Fernand Khnopff, James Ensor, Guillaume van Strydonck y otros, hasta el número de veinte. El único extranjero era Regoyos pues, aunque Périclès Pantazis, nacido en Grecia, formaba también parte del grupo, tenía nacionalidad belga y, además, falleció al poco tiempo, en enero de 1884.

Posteriormente se unieron artistas de gran relieve como, entre otros, Jan Toorop, Félicien Rops, Henry van de Velde, Auguste Rodin, Paul Signac y George Minne. El poeta Octave Maus fue el secretario de la asociación, que realizó su primer Salón en 1884, con participación de Regoyos.

En ese año el artista visitó en Ostende a Ensor, que le retrató, y conoció en Bruselas al pintor norteamericano James Abbot McNeill Whistler, a quien visitó el año siguiente en Londres, en compañía de Verhaeren y de Schlobach, y cuya influencia se advierte en obras como La dama ante el espejo (Museo de Bellas Artes de Bilbao), de ambiente intimista y colores armonizados en grises y ocres. Otro artista que ya en esa época interesaba mucho a Regoyos era El Greco, de quien copió obras en el Museo del Prado, donde se consigna su entrada como copista el 6 y el 23 de diciembre de 1884.

En ambas ocasiones se trataba de retratos, que no se especifican, pero las proporciones de una de las copias se aproximan a las de El caballero de la mano en el pecho más que a ningún otro del artista (Libro Registro de copistas 1882 a 1886, 1884, n.os 483 y 529); posteriormente transmitió ese interés a su amigo Ignacio Zuloaga.

En 1885 Regoyos viajó a Holanda, donde pintó vistas de Dordrecht, Ámsterdam y, en 1886, un solitario Paisaje nocturno nevado (Haarlem) (Madrid, colección Carmen Thyssen-Bornemisza), que manifiesta una clara orientación simbolista, tendencia ésta que el grupo Les XX contribuyó a impulsar de modo pionero en Europa. En esta época el artista manifestaba una preferencia por una factura muy empastada y por tonos grises y ocres, próximo al estilo de los paisajes que habían pintado Toorop, Pantazis e incluso Ensor.

Por entonces pintó La noche de difuntos, obra posteriormente fraccionada en otras tres, de un simbolismo concentrado e intenso y la mejor muestra del período que el propio Regoyos denominó “neurasténico”.

El grupo de Les XX alcanzó enseguida una proyección internacional gracias a sus cuidadas exposiciones, en las que invitaban a participar a los artistas más renovadores del momento, principalmente franceses, entre los que se encontraban los impresionistas. En 1887 expusieron en el Salón de los XX Camille Pissarro, Berthe Morisot y Georges Seurat, que asistió a la inauguración, con su discípulo y amigo Paul Signac. La obra neoimpresionista de Seurat tuvo una gran aceptación en el grupo belga muchos de cuyos miembros adoptaron la técnica puntillista, entre ellos Van Rysselberghe, Schlobach, Charlet y Toorop. Regoyos no visitó el Salón y no vio entonces a Seurat, pero sí a Van Rysselberghe, que se convertiría en el más destacado neoimpresionista del grupo. La influencia de este movimiento en Regoyos no fue inmediata, pero tuvo importancia entre 1891 y 1894, según muestran obras como el Retrato de Dolores Otaño (Museo Reina Sofía, antes Museo del Prado). Sin embargo, el trabajo analítico que implicaba esta técnica no se avenía con el temperamento de Regoyos que, a pesar de su gran aprecio por Seurat y de su amistad con Van Rysselberghe, Maximilien Luce y Paul Signac, el gran propagandista del neoimpresionismo, abandonó el procedimiento para pintar del natural de una manera más libre.

Aunque continuó viajando a Bélgica, durante estos años el artista residió en España, de modo que su producción refleja numerosos paisajes realizados, principalmente, en las Vascongadas. En 1888 Regoyos invitó a Verhaeren a un viaje por España, que produjo numerosos dibujos y bocetos del pintor y unos artículos del poeta, titulados Impressions d’artiste, que se publicaron en la revista de Bruselas L’Art Moderne.

Visitaron el País Vasco, Pamplona, Madrid, Toledo (pues Verhaeren, alentado por Regoyos, deseaba ver las obras de El Greco), El Escorial, Ávila y Burgos.

Todo ello fue el origen de La España negra, escrita e ilustrada por Regoyos y publicada en 1898 en capítulos en la revista La Luz y, al año siguiente, en libro.

En 1889 viajó a Holanda y a París. Con Verhaeren realizó un periplo por el sur de Francia, Génova, Milán, Bolonia, Florencia y Asís. A partir de 1890 Regoyos, que sólo había participado en exposiciones realizadas en Bélgica y Holanda, comenzó a hacerlo también en París, en Madrid y en Barcelona. La acogida que tuvieron sus exposiciones en el Salón de los Independientes de París y en la galería Durand Ruel fue buena. Sin embargo, en las Exposiciones de Bellas Artes de Madrid fue relegado a las peores salas y obtuvo críticas muy negativas, a pesar de lo cual participó en todas las celebradas entre 1890, año en que presentó cinco obras de tamaño mediano, y 1912.

En 1891 viajó a Asturias con el musicólogo Charles Bordes, con quien había proyectado visitar Covadonga el día de la fiesta y procesión. Ambos estuvieron en el concejo de Quirós, donde realizó los pasteles de la Danza lenta (uno, en el Museo de Bellas Artes de Asturias) y en Oviedo, donde pintó una Vista de Oviedo y dos obras que se han titulado El hórreo y que representan en realidad una panera junto al muro sur de Santa María del Naranco, cuya espadaña domina la composición (colección particular). Al año siguiente estuvo en París con Van Rysselberghe y allí conoció al Sar Péladan, impulsor del círculo de La Rose + Croix; luego, se trasladó a Quimper y a Burdeos, donde embarcó en el Garona, con su amigo belga y con Signac, con los que navegó hasta el Mediterráneo, donde pintó obras puntillistas como La plage de la Mediterranée (Museo Camille Lemonnier). Además de participar en el Salón anual de los XX, y quizá animado por el carácter internacional que en 1892 tenía la convocatoria de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, presentó en ésta cuatro óleos, entre ellos su Noche de difuntos, el pastel Hijas de María y dos aguafuertes. La crítica no fue favorable pero hubo excepciones, como la de Augusto Comas y Blanco, que señaló acerca de sus obras: “no son fantasías hijas de un cerebro perturbado, sino impresiones verdaderas transmitidas por procedimientos desusados” (“La Exposición Internacional de Bellas Artes”, en El Correo, Madrid, 23 de noviembre de 1892).

A lo largo de 1893, año de la disolución de Les XX, que sería sustituido por La Libre Esthétique, viajó con su amigo el escritor Rodrigo Soriano desde París a Bruselas, Gante y Holanda. Tras haber visto el último Salón de los XX, volvieron a París, donde visitaron a destacados escritores del momento, como Alphonse Daudet, Edmond de Goncourt, Péladan y Joris Karl Huysmans (a quien Regoyos retrató), así como los estudios de los pintores impresionistas Monet y Renoir y de los simbolistas Redon y Rops. Participó con su obra neoimpresionista Las redes (colección particular) en el Salón de los Independientes, donde expuso también en los años siguientes (1894 y 1895), los comprendidos entre 1901 y 1906, en 1908 y 1911.

En 1894 participó en la Segunda Exposición General de Bellas Artes de Barcelona con cuatro cuadros. Es significativo que no lo hiciera con sus obras más avanzadas sino con otras anteriores, como la titulada Al mes de María Bruselas— (colección particular), que había pintado diez años antes. Esta pintura fue adquirida colectivamente por destacados artistas (Ramón Casas, Santiago Rusiñol, Ramón Pichot, José Pascó, Juan Brull), críticos (Ramón Casellas y Juan Sardá) y el arquitecto Antonio Gaudí, para regalarla al Museo de Barcelona, pero la donación no fue aceptada pues la pintura no había sido seleccionada por el Jurado calificador entre las posibles adquisiciones. A pesar de ello, el hecho es elocuente de la aceptación del pintor en el ambiente artístico catalán más innovador, a diferencia de lo que ocurría en Madrid. En 1894 pintó Víctimas de la fiesta (Colección Cajastur), que envió a la exposición de la Libre Esthétique de 1895, año en el que concurrió con siete obras de La España negra al Salón de los Independientes de París. Esta serie anticipa los temas de desgarrado expresionismo de José Gutiérrez Solana que, como el mismo Picasso, apreció mucho a Regoyos. El artista visitó ambas exposiciones en Bruselas y París, donde le acompañaron sus amigos Camille Pissarro y Van Rysselberghe.

El 19 de octubre de 1895 se casó en Bilbao con Henriette de Montguyon, hija de los condes de Montguyon, franceses pero residentes en la capital vizcaína.

Asentado allí, se convirtió en un gran animador de la escena artística vasca y promovió exposiciones con su amigo Manuel Losada en las que alentaba una orientación moderna. Mantuvo el contacto con París y, a través de Pissarro, logró realizar en Durand-Ruel en 1897 una exposición individual, con dieciséis óleos, cinco acuarelas, un pastel y varios dibujos. En ese año participó en la Exposición de Bellas Artes de Barcelona con otras cuatro obras entre las cuales La noche de Difuntos en España fue calificada por Alfredo Opisso como “modernista” y “original en todo” [“Exposición de Bellas Artes de Barcelona (Velo-revista)”, La Ilustración Ibérica, XIV, n.º 704, 27 de junio de 1896, pág. 411].

También en 1897 se publicaron las quince litografías de El Álbum Vasco, en las que aparece bien marcada la visión de la España negra y que sólo tuvieron algún éxito en Barcelona. En esta ciudad, el artista fue asiduo de El Quatre Gats, el principal núcleo de la renovación artística catalana, donde realizó en 1898 una exposición individual. En Barcelona, asimismo, se publicó en fascículos, en la revista La Luz, los escritos del viaje de La España negra, reunidos al año siguiente en un libro con ilustraciones, siete de ellas grabadas al boj.

En marzo de 1900 el artista viajó a Salamanca y en Béjar pintó algunos paisajes, uno de los cuales se ve al fondo de su Autorretrato (Museo de Bellas Artes de Asturias) que, por ello, ha de ser posterior a esa fecha; la melancolía de su expresión puede estar relacionada con el fallecimiento de su hijo Enrique en noviembre de 1900, y muestra también la influencia de Gauguin cuya obra, coleccionada por su amigo Paco Durrio, conocía bien.

En 1901 volvió a viajar con Verhaeren a través de La Rioja y de Castilla. Sus exposiciones se hicieron más frecuentes y, entre ellas, destacan individuales en Durand-Ruel en cada uno de los años de 1901 a 1905, fecha esta última en la que también expuso en la Sala Parés de Barcelona. También continuaron sus viajes, aunque el conjunto más importante de sus obras lo pintó en el País Vasco. En ellas aparece un planteamiento opuesto a la pintura de ejecución fácil y colorido luminoso de Sorolla. Formó así un frente común con Zuloaga y los pintores afines al 98, y los principales escritores de esta generación escribieron en distintas ocasiones en favor suyo.

En 1904 obtuvo en la Nacional de Madrid una mención honorífica, pero sufrió un duro ataque por parte de la crítica, no sólo por parte de Antonio Cánovas, Ismael Estevan y Rafael Doménech, que le eran hostiles, sino también de escritores luego más comprensivos con lo moderno, como Francisco Alcántara y José Francés, que años después le defenderían.

En 1908, año en que obtuvo una medalla de tercera clase en la Nacional de Madrid, expuso en el Salón Vilches de Madrid y participó en el Salón de Otoño del Círculo de Bellas Artes con cuatro cuadros.

En 1910 realizó un viaje a Granada donde estuvo varios meses. Pasó luego a Bilbao y, en busca de un clima más benigno, se trasladó a Barcelona, donde vivió entre septiembre de 1911 y mayo de 1912, y desde el otoño de 1912 hasta su muerte, producida por un cáncer de lengua. Para tratar de curarlo viajó a Suiza y Alemania. En esos últimos años celebró varias exposiciones individuales en Bilbao (1911), Barcelona (1912 y 1913) y Buenos Aires (1912). Tras su muerte, en 1914, sus amigos belgas dedicaron un Salón de la Libre Esthétique a su memoria.

 

Obras de ~: La plaza del Palacio Real con nieve, 1882; La dama ante el espejo, 1885; Noche de difuntos, 1886; Retrato de Dolores Otaño, 1892; Las redes, 1893; Víctimas de la fiesta, 1894; El arco iris, 1900; Autorretrato, c. 1901-1903; Viernes Santo en Castilla, 1904; Altos hornos de Bilbao, 1908; Granada, 1911; El gallinero, c. 1912.

Escritos: con E. Verhaeren, España negra, Barcelona, Imp, de Pedro Ortega, 1899.

 

Bibl.: P. Lafond, “Darío de Regoyos”, en Museum. Revista mensual de arte español antiguo y moderno y de la vida artística contemporánea, n.º 8 (1912), págs. 277-292; J. de la Encina [R. Gutiérrez Abascal], Guiard y Regoyos, Bilbao, Publicaciones de Editorial Vasca, 1921; R. Soriano, Darío de Regoyos (historia de una rebeldía), Madrid, Imprenta de F. Peña Cruz, 1921; R. Benet, Regoyos, Barcelona, Iberia-Joaquín Gil, 1944; A. García Miñor, El pintor Darío de Regoyos y su época, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1958; C. de Lasterra, En París con Paco Durrio seguido de Darío de Regoyos poesía del color y de la luz, Bilbao, Publicaciones de la Junta de Cultura de Vizcaya, 1966; M. Fernández Avello, Pintores asturianos, t. II, Oviedo, Banco Herrero, 1971; J. San Nicolás, F. Calvo Serraller y F. Fontbona, Darío de Regoyos 1857-1913, Madrid, Fundación Caja de Pensiones, 1986; J. San Nicolás, Darío de Regoyos 1857-1913. Tomo I (1857- 1900), Barcelona, Diccionari Ràfols/Edicions Catalanes S. A., 1990; J. San Nicolás, Regoyos y el País Vasco, San Sebastián, Fundación Kutxa, 1994; M. Prado Vadillo, Darío de Regoyos (sus cartas inéditas), Bilbao, Berekintza S. L., 1994; J. I. Tellechea Idígoras, Darío de Regoyos: Cartas a Manuel Losada, Ignacio y Daniel Zuloaga, Adolfo Guiard y Miguel de Unamuno, San Sebastián, Instituto Dr. Camino/Obra Social de la Caja Guipúzcoa, 1994; Regoyos en Bizkaia, Bilbao, Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa, 2000; J. Tusell y J. San Nicolás, Darío de Regoyos. Impresiones del norte, Santillana del Mar, Fundación Santillana, 2000; M. Prado Vadillo, Tradición y modernidad en la pintura de Darío de Regoyos, Gijón, Museo Nicanor Piñole, 2002; J. San Nicolás (ed.), Darío de Regoyos 1857- 1913, Madrid, Fundación Cultural Mapfre Vida, 2002.

 

Javier Barón Thaidigsmann

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