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José Antonio Girón de Velasco

Biografía

Girón de Velasco, José Antonio. Herrera de Pisuerga (Palencia), 28.VIII.1911 – Fuengirola (Málaga), 22.VIII.1995. Político, ministro de Trabajo.

Como uno de los ministros que más tiempo permaneció en su cargo durante el régimen de Franco (1939-1975), solo superado en ese sentido por el almirante Carrero Blanco, y por la misma significación del ministerio que ocupó, Girón de Velasco, ministro de Trabajo entre el 19 de mayo de 1941 y el 25 de febrero de 1957, representó ante todo dos cosas: la plena integración de Falange, el partido fascista español, en el franquismo; y la política social de la dictadura de Franco.

Girón fue, en efecto, la encarnación en muchos sentidos de la izquierda falangista, esto es, del ala nacional-sindicalista del falangismo, una significación obviamente distinta de lo que pudo representar, por ejemplo, el sector intelectual de Falange agrupado tras la guerra civil en torno a Dionisio Ridruejo y la revista Escorial (1940-1950). Su trayectoria, por ello, fue altamente significativa y reveladora.

Nacido en Herrera de Pisuerga, hijo de un abogado, y estudiante él también de Derecho, en Valladolid, Girón fue uno de los primeros fundadores y militantes de las Juntas Castellanas de Acción Hispánica (JCAH), el pequeño partido de extrema derecha creado por Onésimo Redondo en la capital castellana en agosto de 1931, pocos meses después por tanto de la proclamación de la Segunda República; y miembro también del núcleo creador de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), el nuevo grupo creado en octubre de 1931 por fusión de La conquista del Estado, semanario y pequeño partido también fascista, creado en Madrid en 1931 por Ramiro Ledesma Ramos, y las JCAH de Onésimo Redondo.

Girón procedía, pues, de las JONS, el núcleo de la ultra derecha castellana, vallisoletana, que aportó a Falange Española (FE), creada por José Antonio Primo de Rivera en octubre de 1933 y con la que las JONS se fusionaron en febrero de 1934, ideas y símbolos fundamentales: lo que el propio jonsismo llamó la “moral de la violencia”, la idea de Castilla como eje vertebrador de la unidad de España, el emblema del yugo y las flechas, la bandera roja y negra, y lemas e invocaciones rituales como “Arriba, España” y “España, una, grande y libre”, oficializados luego por el régimen de Franco. Por su físico, por su personalidad –alto, fuerte, frente ancha, caballera abundante (primero, negra; luego, blanca); visceral, según él mismo; voz vigorosa, oratoria demagógica y gestos épico-dramáticos (en palabras del periodista Emilio Romero)–, Girón pareció la encarnación de la estética, o una de ellas, del arquetipo de militante de la ultra-derecha de los años treinta. Girón tuvo ya un papel acusado en el activismo –mítines, agitación propagandística, desórdenes universitarios—que primero las JCAH, luego las JONS y por último FE y de las JONS desplegaron en Valladolid, activismo que le valió la expulsión de la Universidad –por lo que se licenció, en 1932, en Salamanca—y algunas detenciones por las autoridades republicanas. Al estallar la guerra civil, julio de 1936, y tras el triunfo del levantamiento militar en Valladolid –sede de la 7.ª División Orgánica del Ejército español, en la que estaban integradas las provincias de Valladolid, Zamora, Salamanca, Cáceres, Ávila y Segovia y que mandaba en aquel momento el general Molero (depuesto y detenido por los militares sublevados)–, Girón apareció como jefe de las milicias o “centurias” falangistas vallisoletanas.

La guerra –en la que al frente de sus centurias falangistas combatió en los duros combates que se libraron en el mismo verano de 1936 en los puertos de montaña del Sistema Central, en la divisoria entre Segovia y Madrid y concretamente en el estratégico Alto del León, y más tarde en el también importante Puerto Ventana, este en la divisoria entre León y Asturias, acciones que le valieron la Medalla al Mérito Individual— selló definitivamente la carrera política de Girón. En enero de 1937 se le nombró inspector territorial (jefe) de Falange en Valladolid; y en 1939 (y tras haber aceptado en abril de 1937 la integración de FE y de las JONS en el Movimiento Nacional, el partido único del franquismo entonces creado), Delegado Nacional de Excombatientes, un cargo prestigioso y de indudable significación simbólica y política en el entonces naciente nuevo régimen español. Su nombramiento como Ministro de Trabajo en mayo de 1941 –con 29 años por tanto—fue parte de la solución que Franco dio a la crisis de gobierno provocada en la fecha indicada por la pugna en el aparato de poder del nuevo régimen entre militares y falangistas. Franco nombró ministro de Gobernación al militar monárquico Valentín Galarza –y recortaba así el inmenso poder acumulado por su cuñado Serrano Suñer que ocupaba aquella cartera y la de Exteriores— e incorporó en compensación en otros ministerios a tres falangistas (Girón, Arrese y Miguel Primo de Rivera), pero falangistas significados ya ante todo por su lealtad ciega al Movimiento y a Franco mismo.

Girón iba a dirigir en adelante la política social del primer franquismo derivada del Fuero del Trabajo (1938), una de las Leyes Fundamentales del régimen. No la política sindical, los Sindicatos Verticales, la Organización Sindical creada en 1940 que dependió, por abreviar, de la Secretaría General del Movimiento y que conllevó la prohibición de la huelga y de los sindicatos libres; sino la política social en sentido estricto, una política social –expresión de la “conciencia social” del régimen según la propaganda oficial— sin duda amplia: implantación del Seguro de Enfermedad obligatorio (1942), creación del Instituto de Medicina e Higiene y Seguridad en el Trabajo (1944), fijación de la Gratificación de Navidad (1945) y del Plus de Cargas Familiares (1946), creación del Servicio de Montepíos y Mutualidades Laborales (1946), implantación del Subsidio de Invalidez (1947), de los Jurados de Empresa (1947) y creación de Universidades Laborales (1950). Tres logros destacaron entre todo ello: el seguro obligatorio de enfermedad, el mutualismo laboral –el entramado de seguros de vejez, invalidez, accidentes, enfermedades laborales, maternidad, y similares puesto en marcha por el régimen, precedente de la Seguridad Social creada en fecha comparativamente tardía, 1964, ya sin Girón en el gobierno–, y la potenciación, así propiciada, de la Magistratura de Trabajo, la jurisdicción especial establecida en 1938 para tratar de cuestiones jurídicas relacionadas con el trabajo (indemnizaciones por despido, o por accidente y enfermedad, derechos de los mutualistas y muchas otras).

La labor del Ministerio y del ministro tuvo, con todo, carencias importantes: prestaciones asistenciales –indemnizaciones por despido, pensiones, seguro de enfermedad e invalidez, paga de Navidad, plus familiar,…– bajísimas, infraestructuras sociales (hospitales, ambulatorios, etcétera) insuficientes y muy mal dotadas (hay que insistir que el gran desarrollo de la Seguridad Social española se produjo a partir de 1964, no antes); salarios, fijados desde arriba por el Ministerio de Trabajo, igualmente bajísimos, y empleo, o pluriempleo, precario. Las Universidades Laborales de Girón, incluida la monumental y costosísima Universidad Laboral de Gijón, no alcanzaron los objetivos esperados. En línea con la timidísima liberalización económica que la dictadura inició a partir de 1951, Girón preparó las bases legales para hacer de los Jurados de Empresa la base de la negociación colectiva que debía poner fin al sistema de fijación de salarios por el Ministerio de Trabajo: la nueva legislación no entró en vigor sin embargo hasta 1958, después por tanto de la etapa Girón. El primer franquismo, con Girón como principal ministro social, acabó en la gravísima crisis económica y social que España –con Portugal, el país más pobre de Europa occidental– vivió en 1956-1958, en la que se estuvo al borde mismo de la suspensión de pagos: gasto público desmesurado, gigantesco déficit en la balanza de pagos, pérdida masiva de divisas y reservas de oro, sector público ineficiente, inflación, subdesarrollo rural, grandes bolsas de pobreza. En 1956, el malestar social –huelgas y protestas contra la carestía de precios y en demanda de aumentos salariales– era evidente. Girón logró (marzo de 1956) que el gobierno acordara una subida salarial en dos tiempos del 30 por ciento. La medida creó una situación insostenible: déficit exterior descontrolado, agotamiento de reservas de divisas, aumento del coste de la vida en un 40 por ciento. Girón salió del gobierno en la amplia remodelación ministerial que Franco hizo en febrero de 1957, una de las más importantes en la historia del régimen, que supuso la entrada en el gobierno de ministros tecnócratas del Opus Dei y una rectificación casi total –con una apuesta ahora por la estabilización, la liberalización y el desarrollo– de la fallida política económica que el régimen había seguido entre 1939 y 1957 y de la que Girón, como ministro durante 15 años, 9 meses y 6 días fue partícipe.

Cuando le cesó, Franco ofreció a Girón, entre otras posibilidades, la embajada española en Argentina, por la afinidad que acertadamente Franco vio entre Girón y el peronismo. Girón –casado siendo ya ministro con M.ª Josefa Larrucea Samaniego y padre de cuatro hijos— prefirió establecerse en Fuengirola (Málaga) y dedicarse desde allí, uno de los epicentros del excepcional desarrollo turístico que desde 1960 experimentó la costa malagueña, a negocios inmobiliarios. No perdió su interés en la política. Siguió siendo procurador en Cortes y miembro del Consejo Nacional del Movimiento, órgano consultivo del régimen franquista, inspirado en instituciones similares del fascismo italiano, que equivalía vagamente a un Senado de la dictadura. Girón vio con creciente insatisfacción la evolución institucional y política que el régimen español experimentó desde 1960. Entendió que la ley de Principios del Movimiento (1958), la Ley Orgánica del Estado (1967) y la designación del príncipe Juan Carlos de Borbón como futuro sucesor de Franco a título de Rey, liquidaban de hecho la Falange y su significación en la historia reciente española.

Aun mermado en sus facultades por el gravísimo accidente de automóvil que sufrió en 1962, fue volviendo, esporádica pero ruidosamente, a la política. En la crisis entre aperturismo e inmovilismo que dividió al franquismo tardío entre 1969 y 1975, Girón se posicionó en los sectores más inmovilistas de la dictadura. En 1970 fue elegido miembro del Consejo del Reino, alto consejo asesor del jefe del Estado en materias de su competencia. Dos discursos suyos en 1972 –uno, en mayo, en Valladolid ante miles de falangistas; el otro, en octubre, en Madrid, con motivo del XXXIX Aniversario de la fundación de Falange— expresaron su radical oposición a toda idea de aperturismo del régimen y su plena identificación con lo que enseguida se conoció como el búnker del franquismo, su sector más duro y continuista. Girón volvió a asumir la presidencia de la Confederación Española de Excombatientes. El 28 de abril de 1974 publicó en el diario Arriba, que en 1935 fundara José Antonio Primo de Rivera, un manifiesto denunciando la libertad de prensa (que sin duda había avanzado considerablemente en 1974, a partir del llamado espíritu del 12 de febrero, la contradictoria apertura autorizada por el gobierno Arias Navarro, el último gobierno del franquismo), y advirtiendo de que la derecha no toleraría ni que se olvidase el significado de la guerra civil ni que se traicionase al régimen de Franco.

El gironazo, como se llamó de inmediato al manifiesto, fue en realidad un texto ya residual (aunque significativo del pensamiento político del último Girón). El franquismo murió con Franco (20 de noviembre de 1975). En la Transición posterior, Girón continuó siendo una de las personalidades más significadas de la extrema derecha española. Votó en contra tanto del proyecto de ley de Asociación Política de junio de 1976 como del proyecto de ley para la Reforma Política (noviembre de 1976), esta última la pieza clave para la restauración de la democracia en España. Siguió al frente de la ahora rebautizada como Confederación Nacional de Combatientes y del órgano de ésta, el diario El Alcázar, y colaborando con los círculos de la muy minoritaria ultra-derecha nostálgica de Franco y del franquismo. Girón murió en Fuengirola de una embolia pulmonar en agosto de 1995.

 

Obras de ~: Escritos y discursos, Madrid, Educación popular, 1943; La obra social de la nueva España. Discurso ante las Cortes el 22 de noviembre de 1944, Madrid, 1944; Política social, Madrid, 1951; La libertad del hombre, meta de la Revolución Española. Conferencia pronunciada en el teatro de San Fernando de Sevilla, el día 3 de noviembre de 1951, Madrid, Altamira, 1951; Reflexiones sobre España, Barcelona, Planeta, 1975; Si la memoria no me falla, Barcelona, Planeta, 1994.

 

Bibl.: S. P. Payne, Falange. El fascismo español, París, Ruedo Ibérico, 1965; M. J. González, La economía política del franquismo (1940-1970). Dirigismo, mercado y planificación, Madrid, Tecnos, 1979; L. Suárez Fernández, Francisco Franco y su tiempo, Madrid, Fundación Francisco Franco, 1984; S. P. Payne, El régimen de Franco, 1939-1975, Madrid, Alianza, 1987; J. Nadal, A. Carreras y C.Sudrià (eds.), La economía española en el siglo XX. Una perspectiva histórica, Barcelona, Ariel, 1987; J. M. Thomas, Lo que fue la Falange, Barcelona, Plaza y Janés, 1999; A. Cazorla Sánchez, Las políticas de la victoria. La consolidación del Nuevo Estado franquista (1938-1953), Madrid, Marcial Pons, 2000; E. Moradiellos, La España de Franco (1939-1975), Madrid, Síntesis, 2000; J. L. Rodríguez Jiménez, Historia de la Falange Española de las JONS, Madrid, Alianza, 2000; J. M. Thomas, La Falange de Franco. Fascsimo y fasciscitación en el régimen franquista, 1937-1945, Barcelona, Plaza y Janés, 2001; C. Barciela (ed.), Autarquía y mercado negro. El fracaso económico del primer franquismo 1939-1959, Barcelona, Crítica, 2003; F. Gallego, Ramiro Ledesma Ramos y el fascismo español, Madrid, Síntesis, 2005; J. Tusell, Dictadura franquista y democracia, 1939-2004, Barcelona, Crítica, 2005; Z. Box, España, año cero: la construcción simbólica del franquismo, Madrid, Alianza editorial, 2010; P. Martín Aceña, E. Martínez Ruiz y Mª. A. Pons (eds.), Las crisis financieras en la España contemporánea, 1850-2012, Barcelona, Crítica, 2012; M. A. Ruiz Carnicer (ed.), Falange. Las culturas políticas del fascismo en la España de Franco, Zaragoza, IFC, 2013; P. Preston, Franco: caudillo de España, Barcelona, Debolsillo, 2013 (nueva edición revisada y ampliada; revisión de Eva Rodríguez Halffter); J. Casanova (ed.), Cuarenta años con Franco, Barcelona, Crítica, 2015; J. M. Thomas, Franquistas contra franquistas: Luchas por el poder en la cúpula del régimen de Franco, Barcelona, Debate, 2016.

 

Juan P. Fusi Aizpúrua