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Tomás Capdepon Martínez

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Biografía

Capdepón Martínez, Tomás. Almoradí (Alicante), 3.IV.1820 – Murcia, 4.II.1877. Periodista, hacen­dista y político.

Pertenecía a hidalga familia oriunda del Béarn (Francia). Su abuelo Jean-Pierre Capdepon Espeches de Lucq era natural de Estos, diócesis de Oloron. Desde aquí pasó a Zaragoza, donde un tío suyo, clé­rigo, desempeñaba funciones de tesorero en el Hospi­tal Real, y más tarde a la villa de Almoradí, obispado de Orihuela, donde se dedicó al comercio y contrajo matrimonio con Vicenta Gombau Risueño. De esta unión nacieron diez hijos, que andando el tiempo se afincaron por todo el sureste peninsular, el octavo de los cuales, Tomás, permaneció en Almoradí, donde casó con Efigenia Martínez, matrimonio del que na­ció, en 1820, Tomás Capdepón Martínez.

Huérfano muy niño, aprendió las primeras letras y fundamentos humanísticos con su hermano mayor, Francisco, sacerdote y luego canónigo de Orihuela, quien le tomó a su cargo. Su niñez y parte de su ju­ventud transcurrieron en su villa natal, donde vivió la trágica experiencia del devastador terremoto del 21 de marzo de 1829, que asoló la comarca, y también las incidencias de la contienda civil de 1833 a 1839, pró­diga en sucesos de guerrilla rural en ese territorio de retaguardia pero de sólida implantación carlista.

En 1839 se trasladó a Madrid, donde sentó plaza de soldado en el Regimiento de Córdoba, participó en las últimas operaciones asignadas al Ejército del Centro y, al término de la guerra, pasó de guarnición a Menorca con el grado de sargento. Trasladado con su unidad a Cataluña, donde participó en el bom­bardeo de Barcelona de 1843, vio recompensados sus servicios con el ascenso a subteniente. Quiso conso­lidar su situación en el Ejército promocionándose a oficial, pasando por la Academia de Ingenieros, pero no lo logró por haber sido adscrito a servicios admi­nistrativos como escribiente en la Dirección General de Infantería (1844).

Su eficaz trabajo burocrático (sobre todo como contable) atrajeron la atención del general Leopoldo O’Donnell, director de ese centro, quien promovió el ascenso de Capdepón a teniente (1851) y seguida­mente a capitán, grado del que disfrutaba con ocasión de la Vicalvarada (1854), en la que tuvo activa participación del lado de su promotor. De esta época es el conocido Manual del Cabo y el Sargento, del cual Capdepón es coautor. De preceptivo uso en ambien­tes castrenses, aparte de ser texto establecido para la Academia de Suboficiales, se trata de un volumen de 266 páginas, que en 1857 iba por la cuarta edición. Este y otros servicios le valieron la Cruz de Carlos III, no obstante lo cual, en 1856, al término del bienio, solicitó y obtuvo el retiro voluntario.

Con treinta y seis años de edad y casado desde 1854 con Ángela López Pérez, natural de Valdemoro, mu­jer de clara inteligencia y certera visión que le empujó hacia el periodismo político, fijó su residencia en Ma­drid, frecuentó ambientes próximos a la Unión Libe­ral, en cuyo diario El Correo trabajó un tiempo como redactor, siendo luego director y copropietario del mismo, hasta que el 1 de diciembre de 1856, en colaboración con Antonio Romero Ortiz, publicó La Pe­nínsula, diario que se autodefinió como progresista, si bien se hallaba más próximo al ideario unionista. Tuvo amplia resonancia y difusión (sendas ediciones madrileña y para provincias), aunque sólo salió du­rante nueve meses, hasta el 25 de octubre de 1857 en que se fusionó con El Clamor Público, el gran diario de signo progresista-demócrata que en 1844 fundase Fernando Corradi.

Su dimensión como periodista catapultó a Capde­pón a la política activa. En 1858 fue elegido diputado a Cortes por Orihuela con el apoyo de la izquierda dinástica del momento (progresistas y unionistas), venciendo al candidato gubernamental (del Partido Moderado), general Mariano Rebagliato, cuya fami­lia venía detentando en la comarca un cacicato hasta el momento inconmovible. Los servicios prestados por Capdepón a su distrito electoral y a la provin­cia alicantina en general (renovación de la red viaria, tendido ferroviario, mejoras en el puerto salinero de Torrevieja, etc.) fueron reseñables tanto en esa legis­latura como en otras posteriores en las que también salió elegido diputado. Esta fase de su carrera política se cerró en 1866. Habiendo suscrito el 28 de diciem­bre de ese año con otros parlamentarios una célebre exposición a Isabel II protestando contra las desme­suras, ilegalidades y atropellos del último gabinete Narváez (fusilamiento de los sargentos del cuartel de San Gil, etc.), los firmantes fueron encausados y per­seguidos, debiendo Capdepón refugiarse en Francia.

Tras la Septembrina, en la que participó activa­mente, fue miembro en Madrid de la Junta progre­sista-unionista, teniente de alcalde, organizador del voluntariado de la libertad y diputado en las Consti­tuyentes de 1869. Su capacidad para las finanzas hizo que el titular de Hacienda, Juan Francisco Camacho, requiriera por dos veces su colaboración. Primero du­rante la Monarquía democrática en un gabinete presi­dido por Sagasta, en el que Camacho confió al alican­tino (27 de marzo de 1872) la Dirección General de Propiedades y Derechos del Estado, y más tarde, bajo la dictadura de Serrano, también con Camacho en la misma cartera, la Subsecretaría de Hacienda (14 de mayo de 1874). Aunque el paso de Capdepón por estos destinos fue breve, como no podía ser de otro modo en medio de la vorágine política del Sexenio, su labor sería perdurable. De ello da fe, por ejem­plo, su obra La hacienda de la nación, aparecida en noviembre de 1872, que le acredita además como experto hacendista especializado en cuestiones de Deuda pública y empréstitos.

Diputado por Dolores (Alicante) en la legislatura de 1871-1873, ya en la Restauración volvió a presentarse por el Partido Constitucional sagastino en el distrito de Orihuela (Constituyentes de 1876), sufriendo una severa derrota a manos del clan Rebagliato (ahora adscrito al Partido Liberal-Conservador de Cánovas). Esta circunstancia, sumada a la violencia moral que acompañó a la campaña electoral y a las elecciones mismas en el expresado distrito, arruinó su frágil sa­lud y falleció en Murcia el 4 de febrero de 1877. En la necrológica publicada por la Ilustración Española y Americana se le describe así: “Una conciencia escru­pulosa, honradez a toda prueba, patriotismo nunca desmentido, lealtad inquebrantable y grandes pren­das de bondadoso carácter [...] [su] fallecimiento será sentido durante largo tiempo”.

 

Obras de ~: et al., Manual del Cabo y del Sargento, redactado para la instrucción de las referidas clases, y de los cadetes del Co­legio y alumnos de las Escuelas de los Cuerpos de Infantería, Ma­drid, Imprenta de M. Minuesa, 1857 (4.ª ed.); La Hacienda de la Nación. Los proyectos financieros del ministro de Hacienda y el Banco de París, Madrid, Imprenta de M. Minuesa, 1872.

 

Bibl.: J. R. Gea, Ruiz y Capdepón, su vida, su labor en el go­bierno, sus proyectos y discursos parlamentarios, Orihuela. Tipo­grafía L[ectura] Popular, 1913; A. Díez Martínez, Tomás Capdepón Martínez. Un liberal de su tiempo (1820-1877), Ali­cante, Caja de Ahorros Provincial, 1979; F. Peña Gallego, Elecciones legislativas en la provincia de Alicante durante la época de la Restauración (1875-1902), Alicante, Inst. de Est. Ali­cantinos, 1979; J. B. Vilar, Orihuela contemporánea, ts. VII y VIII en J. B. Vilar, Historia de la ciudad y obispado de Ori­huela, Murcia, Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), 1982; J. Martín Niño, La Hacienda española y la revolución de 1868, Madrid, Inst. de Estudios Fiscales, 1972; A. Cos­tas Comesaña, Apogeo del liberalismo en “La Gloriosa”. La reforma económica del Sexenio liberal (1868-1874), Madrid, Siglo xxI, 1988.

 

Juan Bautista Vilar Ramírez

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