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Peter van Kempeneer

Biografía

Kempeneer, Peter van. Pedro de Campaña. Bruselas (Bélgica), 1503 – c. 1580. Pintor.

La presencia de artistas extranjeros en el ámbito de la pintura sevillana del Renacimiento fue un hecho constante y beneficioso en el proceso cultural de dicha ciudad, porque introdujeron en ella novedosas corrientes creativas que elevaron notablemente la calidad de los pintores. Este es el caso de Pedro de Campaña, que llegó a ser el más célebre pintor del siglo XVI en Sevilla, donde trabajó a lo largo de casi treinta años.

Ninguna noticia se posee sobre el proceso formativo de este pintor, que hubo de acontecer en Bruselas, en el seno de una familia de artistas. La primera referencia documental que de él se conoce data de 1529 cuando, con veintiséis años, se encontraba en Bolonia participando en la realización de uno de los arcos de triunfo levantados en dicha ciudad con motivo de la coronación imperial de Carlos V; posteriormente se sabe que estuvo en Venecia, trabajando al servicio del cardenal Grimani. Desde Italia, Campaña viajó hacia España, estableciéndose en Sevilla poco antes de 1537, pues en dicho año ya consta su presencia en esta ciudad trabajando al servicio de la catedral. En Sevilla desarrolló su actividad ininterrumpidamente hasta 1563, año en que regresó a su patria donde vivió algunos años más hasta el momento de su fallecimiento.

Pocos datos biográficos se poseen de este pintor y éstos fueron recogidos por Francisco Pacheco en su Libro de los retratos. Pacheco no llegó a conocer personalmente a Campaña, pero hubo de recoger testimonios de personas que le habían tratado en Sevilla y con ellos realizó una descripción de su personalidad que él configura como un hombre de grandes cualidades, señalando que “fue benigno, casto, corregido y que no se halló mentira en su boca aunque fuese burlando; no se le conoció enfermedad mientras vivió pues amó grandemente la abstinencia y templanza, y a esta causa se apartaba de la comunicación particular de sus naturales; fue hombre animoso, valiente y medianamente diestro con las armas; tuvo singular agudeza y donaire en el decir; fue amado y estimado por muchos príncipes”.

Los conocimientos artísticos de Campaña estuvieron apoyados en una sólida formación humanística, puesto que, aparte de su notable dedicación a la pintura, practicó también la escultura y la arquitectura.

Poseyó también amplios conocimientos científicos y fue, como buen flamenco, atento observador de la realidad. Su formación se fundamentó en primer lugar en la tradición artística de los Países Bajos y después en una notoria y elevada asimilación de los principios renacentistas que hubo de ver en su estancia italiana; conoció Campaña, sin duda, el fecundo panorama artístico que en Roma protagonizaron los discípulos de Rafael y de Miguel Ángel. Estos vínculos artísticos produjeron en Campaña la configuración de un estilo en el que se advierte una marcada tendencia a distorsionar las formas e igualmente a mostrar intensas manifestaciones anímicas en la expresión de sus personajes. Ambos aspectos contribuyeron a incrementar la emotividad dramática de sus escenas, especialmente cuando describe temas vinculados a la pasión y muerte de Cristo.

En 1546 aparecen firmados los primeros testimonios pictóricos conocidos dentro de la producción de Pedro de Campaña. El primero de ellos se conserva en la iglesia parroquial de San Isidoro de Sevilla y representa a San Antonio Abad y San Pablo, ambos en su condición de ermitaños. Los dos personajes están captados en primer plano y arrodillados con figuras de carácter monumental, en el momento en que reciben el pan que les trae en su pico un cuervo como señal de que el cielo les protege y ampara en su dedicación a la vida retirada y penitente. Sus expresiones, especialmente la de san Pablo, están revestidas de una gran tensión emocional, recurso bien manejado con frecuencia por Pedro de Campaña. El sentido dramático de la escena se apacigua con la aparición al fondo de un dilatado paisaje que señala una profunda perspectiva.

Un similar sentido dramático preside la representación de la pintura de Cristo atado a la columna con san Pedro y dos donantes, que se conserva en la iglesia de Santa Catalina de Sevilla. Es obra también firmada y fechada por Pedro de Campaña en 1546 y en ella la figura de Cristo muestra un espléndido estudio anatómico del que emana un intenso sentimiento patético.

Muy marcada es también la doliente expresión de las figuras que se encuentran ante la presencia de Cristo, resueltas en dos magníficos retratos, masculino y femenino; sobre la cabeza de la mujer aparece una inscripción que la identifica con santa Mónica, posiblemente realizada con posterioridad, al igual que el halo de santidad que figura sobre la cabeza del varón con la intención de sugerir quizás que se trata de san Agustín.

Dos espléndidas representaciones de El Descendimiento de la Cruz se conservan respectivamente en el Museo de Montpellier y en la catedral de Sevilla, realizadas por Pedro de Campaña. La primera procede de la capilla del jurado Luis Fernández que hubo en la desaparecida iglesia de Santa María de Gracia de Sevilla; esta pintura, realizada hacia 1545-1546, está inspirada en un grabado de Raimondi, aunque Campaña recreó de forma personal su disposición compositiva.

En la escena destaca la emoción colectiva de los santos varones y de las santas mujeres en el momento en que a Cristo se le baja de la Cruz para depositarlo en brazos de su madre. Un marcado ritmo piramidal vincula a todos los personajes en un ámbito geométrico y organizado, dentro del cual impera un profundo dolor y un intenso patetismo, descrito con una expresividad hasta entonces desconocida en el panorama de la pintura española.

En el contrato que se formalizó para que Campaña hiciera o pintase en 1547 El Descendimiento de la cruz que, procedente de la iglesia de Santa Cruz, se conserva en la catedral de Sevilla, se recomienda que esta pintura fuese tan buena o mejor que la que años antes había pintado para Luis Fernández, hoy en Montpellier.

En efecto, el pintor realizó una excepcional versión, de similar orden compositivo y de superior nivel de tensión espiritual y dramatismo.

Otra de las obras maestras de Pedro de Campaña se conserva actualmente en la catedral de Sevilla, lugar para donde fue pintada. Se trata del conjunto pictórico que se encuentra en el retablo de la capilla de la Purificación, contratado por el artista en 1555 con el mariscal Diego Caballero. Son diez las pinturas que se integran en este retablo y que el artista hubo de realizar en el breve plazo de ocho meses, por lo que forzosamente tuvo que utilizar a un colaborador que fue Antonio de Arfián. Destacan en este conjunto pictórico los retratos que aparecen en el banco, donde efigió a Diego Caballero, a su hermano Alonso y a su hijo en una tabla, y en otra a Leonor de Cabrera, su hermana Mencía y a sus dos hijas; estos retratos muestran una perfecta captación de las características físicas y psicológicas de los personajes que, al mismo tiempo, muestran semblantes serenos y concentrados.

Con respecto a la tabla que preside el conjunto ha de señalarse que representa a La Purificación, advirtiéndose en ella que Campaña conocía perfectamente el espíritu artístico de Rafael y que por ello pudo acertar a resolver con eficiencia una compleja composición que tiene como protagonista a la Virgen en el momento de entregar al Niño Jesús al sacerdote que le recibe en sus brazos. Muy interesante es el repertorio de figuras femeninas que acompañan a María, en las cuales el artista personificó a las distintas virtudes que adornan a la Virgen como la Caridad, la Templanza, la Fortaleza, la Prudencia, la Fe y la Esperanza. En las calles laterales del retablo figuran representaciones de El apóstol Santiago en Clavijo, La imposición de la casulla a san Ildefonso, Santo Domingo y San Francisco.

Mal conservado en nuestros días se encuentra el retablo que en 1556 contrató Pedro de Campaña para la catedral de Córdoba, en cuyos dos cuerpos se representan La Anunciación, La Adoración de los Reyes, La batalla de los ángeles, La Virgen en gloria y Los mártires cordobeses, advirtiéndose en algunas de estas tablas la participación excesiva de sus ayudantes.

De excepcional calidad ha de considerarse el conjunto pictórico compuesto por quince tablas que se integran en el retablo mayor de la iglesia de Santa Ana de Sevilla, obras que Pedro de Campaña realizó en 1557. Estas pinturas narran episodios de la vida de santa Ana, san Joaquín y la Virgen María y en ellas el artista acertó a recrear un amplio repertorio de episodios generalmente respaldados por escenarios arquitectónicos en perspectiva, en los cuales los personajes se integran con una admirable interrelación en sus gestos y actitudes. También en estas escenas se constata la aparición de detalles naturalistas, sobre todo en las que tienen carácter doméstico con inclusión en ellas de muebles, ajuar y animales.

 

Obras de ~: El Descendimiento de la cruz, Museo de Montpellier y catedral de Sevilla, 1545-1546 y 1547, respect.; San Antonio Abad y san Pablo, 1546; Cristo atado a la columna con san Pedro y dos donantes, 1546; con A. de Arfián, Conjunto pictórico en el retablo de la capilla de la Purificación, catedral de Sevilla, 1555; La Anunciación, La Adoración de los Reyes, La batalla de los ángeles, La Virgen en gloria y Los mártires cordobeses, en el retablo para la catedral de Córdoba, 1556; Conjunto pictórico en el retablo mayor de la iglesia de santa Ana, Sevilla, 1557.

 

Bibl.: A. Ponz, Viajes de España, Madrid, 1772-1794 (reimpr., Madrid, Aguilar, 1947); A. Ceán Bermúdez, Descripción artística de la catedral de Sevilla, Sevilla, Viuda de Hidalgo y Sobrino, 1804 (est. prelim. de V. Lleó Cañal, Sevilla, Renacimiento, 1981); P. Jiménez, Pedro de Campaña, Sevilla, 1887; J. Gestoso, Sevilla monumental y artística: Historia y descripción de todos los edificios notables [...] y noticia de las preciosidades artísticas y arqueológicas que en ellos se conservan, vol. II, Sevilla, El Conservador, 1890 (ed. facs. Sevilla, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla, 1984, 3 vols.); A. Mayer, Die Sevillaner Malerschule, Leipzig, 1911; D. Angulo, Pedro de Campaña, Sevilla, Universidad, Laboratorio de Arte, 1951; F. Bologna, “Osservazione su Pedro de Campaña”, en Paragone, n.º 43 (1953); D. Angulo, Pintura española del Renacimiento, en M. Almagro Basch et al., Ars Hispaniae: historia universal del arte hispánico, t. XII, Madrid, Plus Ultra, 1954; N. Dacos; “Pedro Campaña dopo Siviglia, arazzi e altri inediti”, en Bollettino d’Arte, n.º 8 (1980); “Fortune critique de Pedro de Campaña. De Pacheco à Murillo et à Constantine Meunier”, en Revue belge d’Arquéologie et d’Historie de l’Art, LIII (1984); J. M. Serrera, “Pintura y pintores del siglo XVI en la catedral de Sevilla”, en D. Angulo Íñiguez et al., La catedral de Sevilla, pról. de F. Chueca Goitia, fotografías de L. Arenas Ladislao y L. y F. Arenas Peñuela, Sevilla, Guadalquivir, 1984; N. Dacos, “Un Pedro de Campaña a Sant’Anna dei Lombardi”, en Paragone, n.os 419-423 (1985); E. Valdivieso, Historia de la pintura sevillana: siglos XIII al XX, pról. de A. E. Pérez Sánchez, Sevilla, Guadalquivir, 1986; J. M. Serrera, “Pedro de Campaña, obra dispersa”, en Archivo Español de Arte (Madrid), n.º 245 (1989); N. Dacos, “Entre Bruxelles et Séville, Peter de Kempeneer en Italie”, en Nederlands Kunsthistorich Jaarboeck, XLIV (1993); E. Valdivieso, Pedro de Campaña, Sevilla, Fundación Sevillana Endesa, 2008; L. Pérez del Campo, Pedro de Campaña en el Retablo de Triana, la restauración del IAPH, Sevilla, Consejería de Cultura, 2010.

 

Enrique Valdivieso González